Thursday, April 21, 2011

El diario de un día cualquiera en Santo Domingo...


Son las cinco de la mañana, me despierta el sonar de bocina de un taxi, cuyo conductor busca el cliente. En verdad, no sé por qué los modernos conductores no buscan por el número de la residencia donde les llamaron. No, prefieren recorrer las calles al son de la bocina y despertar a sus residentes.

No tengo más opción que levantarme. Decido asearme para ejercitarme, con el propósito de "hacer horas" para partir al trabajo.

En mi caminata, observo una señora conectando el extractor de agua para hacer acopio del vital fluido; pero donde su vecino el valioso líquido se desparrama de su cisterna; llamo la atención al propietario; me contesta: "en mi campo cuando las presas están llenas es necesario botar el agua"... ¡qué respuesta! Lo penoso es que como éste, existen muchos, y en tiempo de sequía pagan hasta $500.00 por el suministro a través de un camión o la piden a sus vecinos.

Al seguir el recorrido, observo otro vecino lanzar tres fundas de basura hacia el solar que da frente a su vecino; le manifiesto mi indignación y me alega que alguien las dejó frente a su casa y decidió colocarlas allí; pero no es cierto pues vi cuando las sacó de su casa. ¡Cuánta irresponsabilidad y falta de respeto! Justamente, este señor, en una ocasión, se quejó que frente su casa se formaba una laguna debido a que el filtrante tapado. ¡Cosas de la vida!

Terminada mi caminata, enciendo el televisor; los titulares noticiosos son los siguientes: "Aparecen muertos tres jóvenes en una provincia"; "Dos delincuentes matan a un joven para despojarlo de su motor"; "Militar celoso asesina esposa y luego se suicida"; "La Policía ultima dos en enfrentamiento"; "Dos niños mueren carbonizados". No quise esperar los detalles de aquellas infaustas noticias; solo me preguntaba, ¿por qué, por qué tantas malas noticias; por qué convivimos así?

Después de salir hacia mí trabajo; me detengo en la esquina en espera de la luz verde. Se enciman los vendedores de tarjetas telefónicas, alcanfor, las pedigüeñas con su materia prima (los niños) sobre sus caderas. Mi vidrio frontal recibe una esponja mojada. Le recrimino a la señora autora de aquel desafuero y ella me bendice con una andanada de malas palabras e insultos. ¡Qué cosa!

Noto que una jeepeta con placa oficial, cruza en luz roja; un agente AMET la detiene; el conductor le muestra algo que parece una identificación; "Siga" -le dice el agente- y con cara de cerdo castrado, el señor conductor iba manifestando su enojo, como si el delito fuese del agente.

Al encenderse la luz verde, trato de inicial la marcha pero no fue posible porque dos "voladoras" estaban estacionadas en medio de la vía desmontando y esperando pasajeros. Los agentes de AMET lucían indiferentes a pesar de las bocinas protestantes. Los conductores tuvimos que esperar el siguiente ciclo del semáforo para continuar a nuestros destinos. Estos "padres de familia" tienen inmunidad ante la ley 241. ¿Para qué exigimos la instalación de semáforos si no los respetamos?

Enciendo la radio para oír mi emisora favorita y evitar la contaminación, la negatividad, el chisme y el malestar que emiten otras; y en las que todo el mundo se cree con derecho a emitir aciertos y disparates; aptitudes e ignorancias.

Bien, el caso es que detuve el "tunning" por creer oír algo de interés; pero que va, falsa alarma; sólo escuchaba los estribillos: "Hacemos un llamado al presidente de la República..."...Un Pliego de demanda..."; ...Participativo... reivindicativo...".

Existen derechos y deberes pero éstos últimos se soslayan. "La sociedad moderna- dijo Mañón- ha sofocado el sentido del deber."

Llego a mi trabajo, no hago bien sentarme, cuando una persona hace comentarios sobre su disfrute del pasado fin de semana; alcohol, mujeres; mostrando su nuevo celular.

En la pequeña sala de espera, estaban dos señores de saco y corbata; de esos que obsequian sus intimidades a los presentes hablando a todo pulmón, ostentando -según ellos- sus virtudes, destrezas y protagonismos en el medio. Quieren conversar con el presidente de la institución, identificándose como los licenciados Juan Acarícialo y Liquito Gutiérrez, dirigentes zonales y regidores suplentes.

Mas tarde entro al despacho del Presidente, interrumpiendo la solicitud de un préstamo de trescientos pesos, para echarle gasolina a su carro, que le hacía la persona que mucho disfrutó el fin de semana.

Hay quienes creen que la riqueza económica es una obligación, no una condición; y tratan de hacerla posible inscribiéndose en el consumismo y la ostentación ficticia; que a la vez es hipocresía.

Decido buscar unos estados al banco. Camino allí, un mensajero de colmado (delivery) que transitaba a gran velocidad en su ruidoso motor atropella una señora.

Es normal ver repartidores, con tal de llegar a tiempo y acortar camino, trasladarse vía contraria, por las aceras, interceptar carros. Muchas veces carentes de muffler y cascos.

Enseguida se amontonaron los curiosos y el tráfico vehicular se paralizaba. Un señor que conducía una jeepeta, a pesar de sus aparentes 55 años de edad, emitía una estridente música, y en la parte frontal de su "todoterreno" exhibía una chapa que identificaba su profesión; él formaba el nudo del tráfico. Esta descortesía irrita, confronta y ocasiona pérdida de tiempo y de combustible.

Si algunos "profesionales" y militares, que muestran sus títulos y rangos, entendieran lo ridículo y hasta risible que resulta este tipo de publicidad. Parece que sin esa identificación no son nada. "Cuando la carreta mucho suena es que va vacía".

Después de los afanes del día y concluir mis labores, cuando me dirigía a casa, una persona desesperada llamó a mi celular para que me comunicara con la policía, pues dos delincuentes en un motor XL-115 habían asaltado a su hermana.

La víctima fue encañonada con un revólver, abofeteada y luego lanzada al pavimento; emprendiendo, estos indeseables, la huida con su cartera, el celular y su anillo de boda.

Se presentaron un coronel, dos tenientes y varios alistados para indagar los detalles.

Estaba muy cansado y decidí ir a la cama temprano. Luego de conciliar el sueño recibí un gran espanto de unos vecinos, debido al escándalo provocado por la bocina de su carro.

Al amanecer, hay que darle gracias a Dios, en forma vehemente, por salir ileso y ver nueva vez el Sol de un nuevo día.

De Ramón Antonio Ocumárez P.