Thursday, August 27, 2009

La ONG-ización de la política...

Arundhati Roy.-

Sería fácil tergiversar lo que estoy a punto de decir como una acusación a todas las ONG. Esa sería una falsedad. En las aguas turbias de falsas ONG (Organizaciones No Gubernamentales) organizadas para desviar donaciones o para evadir impuestos (en los estados indios como Bihar, se las da como dote), por supuesto hay ONG que están haciendo un trabajo valioso. Pero es importante considerar el fenómeno de las ONG en un contexto político más amplio.

En India, por ejemplo, la explosión de ONG que recibían fondos comenzó a finales de los 1980 y en los 1990. Coincidió con la apertura de los mercados de India al neo-liberalismo. En ese tiempo, el Estado indio, para obedecer los dictados de los ajustes estructurales, estuvo retirando fondos del desarrollo rural, la agricultura, la energía, el transporte y la salud pública. Como el Estado renunció a su rol tradicional, las ONG se movieron a trabajar en estas áreas. La diferencia, por supuesto, es que los fondos disponibles para ellas son una fracción minúscula del recorte actual en gasto público.

La mayoría de las grandes ONG que reciben fondos son financiadas y patrocinadas por agencias de ayuda y desarrollo, que a su vez reciben fondos de gobiernos de occidente, del Banco Mundial, de la ONU y de algunas corporaciones multinacionales. Aunque puede que no sean lo mismo que estas agencias, son ciertamente parte de la misma formación política amorfa que supervisa el proyecto neo-liberal y demanda el recorte drástico en los gastos del gobierno en primer lugar.

¿Por qué deberían dar fondos estas agencias a las ONG? ¿Podría ser el viejo entusiasmo misionero? ¿Sentimiento de culpa? Es un poco más que eso. Las ONG dan la impresión de que están llenando el vacío creado por un Estado ausente. Y lo están, pero en una forma materialmente inconsecuente. Su contribución concreta es calmar la furia política y distribuir como ayuda o benevolencia lo que la gente debería tener por derecho.

Alteran la psique pública. Transforman a la gente en víctimas dependientes y amellan el filo de la resistencia política. Las ONG forman una especie de amortiguador entre el sarkar (el gobierno) y el público. Entre el Imperio y sus súbditos. Se han vuelto los árbitros, los intérpretes, los facilitadores.

De fondo, las ONG son responsables ante quienes las financiaron, no ante el pueblo entre el que trabajan. Son lo que los botánicos llamarían una especie indicadora. Es casi como si mientras más grande la catástrofe causada por el neo-liberalismo, más grande el florecimiento de las ONG. Nada ilustra esto de forma más vívida que el fenómeno de los Estados Unidos que prepara la invasión de un país y que simultáneamente prepara a las ONG para ir y limpiar el desastre.

Para asegurar que sus fondos no sean puestos en peligro y que los gobiernos de los países donde trabajan las dejen funcionar, las ONG tienen que presentar su trabajo en un marco superficial más o menos desprovisto de un contexto político o histórico. En todo caso, de un contexto político o histórico inconveniente.

Los informes apolíticos (y por tanto, de hecho, extremadamente políticos) acerca de la necesidad de ayuda en los países pobres y zonas de guerra con el paso del tiempo hacen que la gente (oscura) de esos países (oscuros) se vean como víctimas patológicas. Otro indio desnutrido, otro etíope muerto de hambre, otro campo de refugiados afgano, otro sudanés mutilado? necesitados de la ayuda del hombre blanco. Inconscientemente refuerzan los estereotipos racistas y reafirman los logros, las comodidades y la compasión (el amor duro) de la civilización occidental. Son los misioneros seculares del mundo moderno.

Finalmente, en una escala más pequeña pero más insidiosa, los dineros disponibles para las ONG juegan el mismo rol en política alternativa que el capital especulativo que sale y entra de las economías de los países pobres. Comienza a imponer la agenda. Convierte confrontación en negociación. Despolitiza la resistencia. Interfiere con los movimientos populares que han sido tradicionalmente autosuficientes.

Las ONG tienen fondos que pueden darle empleo a personas locales que en otra situación pueden ser activistas en movimientos de resistencia, pero que ahora pueden sentir que están haciendo algo bueno inmediato, creativo (y que se ganan la vida mientras lo hacen). La auténtica resistencia política no ofrece esos atajos.

Colaboración YESL.-

Falta autoridad...

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO

Todo ocurre porque falta autoridad, no hay dudas

En un país donde asesinos y ladrones son aceptados y elogiados en las páginas de sociedad. En un país donde contrabandistas y negociantes que falsifican productos o los importan vencidos forman parte de las directivas de asociaciones de empresarios y comerciantes.

En un país donde se cuestiona como pendejos a quienes no roban cuando pasan por posiciones públicas.

En un país donde un Procurador General doctor Virgilio Bello Rosa dijo que sólo existe justicia contra los pobres.

En un país donde el tanto tienes hace mucho que se impuso al tanto vales.

En un país donde muchas familias enseñan a sus hijas, si son bonitas y bien formadas, a buscar un marido rico, en un comercio carnal tan indigno como el de una prostituta de las calles.

En un país donde se venden y se compran las preguntas y respuestas de los exámenes escolares.

En un país donde sectores de la Iglesia Católica niegan el derecho a la diferencia, en una actitud digna de los tiempos de la inquisición y quieren imponer, por encima de consideraciones científicas y humanas, la prohibición de la interrupción del embarazo.

En un país donde la trampa, el fraude, la compra de conciencias, el abuso de autoridad y la deslealtad al compromiso son formas del ejercicio político partidario.

En un país donde sólo contribuyen a la deforestación los pobres, que son perseguidos y con los pudientes se hacen de la vista gorda.

En un país donde se borran los avisos de vencimiento de los alimentos y se venden otros en envases oxidados y abollados sin que haya sanción.

En un país donde en muchos negocios la libra sólo tiene 12 ó 14 onzas porque las balanzas son alteradas y ninguna autoridad supervisa ni interviene para combatir ese otro robo.

En un país donde se venden públicamente placebos y sustancias, ya sean pastillas o jarabes, sin ningún tipo de capacidad de curación y los vendedores ni los fabricantes son perseguidos.

En un país donde la mayoría sobrevive porque Dios es grande, por cabezas duras y porque el aire es gratis.

No es extraño, pues, que el mismo día se publique que en Hato Mayor un jayán robaba los tarros y las flores del cementerio para venderlos en floristerías y que en Sainaguá le dieron una carrera a un grupo que quería robar el féretro de un empresario enterrado la semana pasada.

Todos sabemos lo que ocurre en muchos cementerios, comenzando por los de Santo Domingo y el Distrito Nacional.

Todo lo anterior, y mucho más, ocurre porque falta autoridad, no hay dudas.

Wednesday, August 26, 2009

Mirar hacia el cielo...

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX.-

Mirar hacia el cielo tiene algunos inconvenientes prácticos. Se cuenta que Tales de Mileto miraba a menudo las estrellas; preocupado por encontrar el origen de las cosas, tropezaba continuamente; los criados tenían que ayudar a levantar del suelo al famoso sabio. En su entusiasmo por conocer los astros, Tales de Mileto no miraba dónde ponía el pie… sobre la tierra. Estas anécdotas las narra Aristóteles, quien las conoció a través de cronistas antiguos.

Los hombres de todas las épocas han mirado las estrellas sobrecogidos por un sentimiento de pequeñez. ¿De dónde vienen los cuerpos celestes? ¿Esta tierra que pisamos, es el único lugar habitado del universo? ¿Habrá otra clase de seres pensantes en algún rincón de las galaxias? Muchas personas suspenden un momento sus afanes laborales, intrigas políticas, ambiciones de “riqueza y fama”, para hacerse estas preguntas inútiles. Durante mucho tiempo los científicos nos han dicho que el planeta tierra es un lugar privilegiado del universo. Su órbita no está demasiado lejos del sol, ni demasiado cerca; nos llega la radiación de la luz; pero no nos quema el calor.

Nos informan también de que la tierra está protegida por una “coraza magnética” que desvía la radiactividad del “viento solar”. Las partículas radiactivas procedentes del sol nos alcanzan en forma oblicua. Por todos estos “datos y razonamientos” están convencidos de que en el Sistema Solar no hay otro planeta que albergue vida inteligente.

Pero “el mundo da sorpresas”, afirman “personas mayores”. Se ha descubierto que en las profundidades del mar existen organismos que no necesitan de la luz solar ni del oxígeno, “ni de cualquier otra cosa en general asociada con la vida”. No dependen de la fotosíntesis sino de una misteriosa quimiosíntesis. En lechos hondísimos del océano se realizan exploraciones con ayuda de un submarino especial llamado “Alvin”; y han descubierto “chimeneas”, huecos entre montañas sumergidas, que expulsan calor hasta de 400 grados Celsius, que pudieran utilizarse como fuentes de energía. Encontraron gusanos que viven con 78 grados más de temperatura en la cabeza que en la cola. Frío y calor extremos, al mismo tiempo: dos asuntos trastornadores para la biología. Son formas de vida inexplicables, encontradas en la tierra, no en el cielo.

Tuesday, August 25, 2009

La madeja del tiempo...

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX.-

El paso del tiempo carcome las cosas lentamente hasta disolverlas en recuerdos “troceados”. Los amigos de la juventud mueren; las discusiones también perecen; lo que pareció una vez tema para “gran controversia” puede convertirse en una cuestión baladí, sin el “mérito de provocar polémicas”. Los recuerdos de algunas discusiones viejas, colocados en orden cronológico, nos revelan que los amigos muertos eran más importantes que los asuntos que debatíamos con ellos. Eran meros pretextos para “discurrir” sobre cuestiones políticas, filosóficas, literarias.

¿Por qué razón misteriosa un debate debe ser acalorado? ¿Qué pasiones hacían subir el calor de las discusiones juveniles? ¿Pretensiones egoístas? ?Exceso de vitalidad? ¿Chisporroteo puro destinado a la dispersión de energía? El primer verso de un famoso soneto de Shakespeare dice: “Cuando cuento las horas que jalonan el tiempo”; la composición parece estar dedicada a una mujer que envejece: “me pregunto qué suerte correrá tu belleza”. Al concluir, afirma: “Nada puede afrontar la guadaña del tiempo,/solo un hijo quizá cuando tu ya no estés”. Los recuerdos seleccionados, organizados en pilas, van levantando “jalones”, hitos o marcas que señalan lo importante.

El transcurso del tiempo nos obliga a revisar el sentido de nuestros valores; a jerarquizarlos de nuevo con otra “estimativa”… que no podrá ser la del “joven discutidor impetuoso”. No se trata únicamente del otoño de las vidas que nos conciernen “o de la altiva arboleda despojada del verde”, según lo escribe Shakespeare en ese soneto, publicado en 1609. Es que se llega a la conclusión melancólica de que las personas –con todos los defectos y limitaciones que tengan-, son más valiosas que las ideas, los argumentos y razonamientos. Ideas que nos parecieron luminosas, que un día esgrimimos como cuchillos, dejan de alumbrar y de ser cortantes.

Los “remolcadores” de la vida son los valores que apreciamos en cada época. Esas “flechas de la conducta” dirigen nuestras acciones, determinan el comportamiento de jóvenes y viejos. La belleza, la justicia, el bien, tienen un “atractivo clásico”; el de los valores que se prefieren sin que intervenga la inteligencia. Los “preferimos” de modo inmediato. Pero las ambiciones –profesionales, económicas, de reconocimiento público, de poder político, crean nuevos “motores intencionales”. Entre ellos, el odio y el amor.

Monday, August 24, 2009

El imán...

Oscar Wilde.-

Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se transformó en impulso. ¿Por qué no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor esperar hasta el día siguiente. Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada. Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacía ya tiempo que le debían esa visita. Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.

Al fin prevalecieron las impacientes, y en un impulso irresistible la comunidad entera gritó:

-Inútil esperar. Iremos hoy. Iremos ahora. Iremos en el acto.

La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria.

FIN

Curar la impotencia...

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX.-

La impotencia a la que se presta mayor atención es la impotencia sexual. Miles de hombres acuden todos los días a los consultorios de médicos, psicólogos, brujos, curanderos, etc. Alrededor de esta clase de impotencia no tengo nada que decir; carezco de información suficiente en lo que concierne a fisiología, endocrinología y demás asuntos conexos. La “impotencia política” afecta hoy a hombres y mujeres; alcanza a viejos y jóvenes, incluso a los que no padecen “disfunciones sexuales”. ¿Qué podemos hacer para curar la “impotencia política” que aqueja a tantos dominicanos? No es un problema individual: es un “problemazo” colectivo.

Los dominicanos tienen la tendencia a dar soluciones personales a los problemas colectivos. Cada dominicano aspira a instalar su propia cisterna, o un “tinaco” grande, para “resolver” las “interrupciones” del servicio de los acueductos. Hacemos lo mismo al comprar “una planta propia”, un inversor “de doce baterías de ciclo profundo”. Afrontamos el asunto “personalmente” por impotencia para “lidiar” con la dificultad colectiva que nos mantiene “sin agua y sin luz”. Tampoco podemos “hacernos cargo” del problema de la inseguridad. Ponemos rejas en ventanas y puertas, contratamos un “guachimán”, montamos cerrojos eléctricos, alarmas. No traspasamos esa raya.

Nada tiene de malo que un hombre intente solucionar los “problemas de la vida” con los medios a su alcance. Pero es pertinente pensar en los costos sociales “implicados” en que cada familia tenga su propio acueducto, su propio sistema eléctrico, su propia policía, sus propios medios de transporte. Nuestra sociedad posee actualmente los recursos económicos y técnicos para enfrentar “colectivamente” los desafíos “colectivos”. Sin embargo, hemos sido impotentes para dar respuesta a estos grandes retos.

Parece factible que la sociedad dominicana haga su entrenamiento en “organización cívica desde motivaciones personales”. Buena parte de los dominicanos son “solistas”; pueden cantar bajo la ducha; pero no son capaces de participar en un coro armonioso. En la escuela jamás somos adiestrados en trabajos “de grupo”; por tanto, nunca nos sentimos parte de “un equipo”, de una comunidad. Cada uno tira hacía para su lado porque no ha sido “instruido” para “ser un actor más en la coreografía” del pueblo entero. Promover organizaciones de ciudadanos tal vez ayude a curar la impotencia política.

Sunday, August 23, 2009

¡Mierda de pandemia!

Koldo Campos Sagaseta.-

Esa de la gripe A, qué pandemia de mierda, que antes fue porcina, mexicana y española, y que la llamen como la llamen es una mierda de pandemia! Y es que ya no hay pandemias como las de antes, cuando las pandemias mataban al por mayor, a lo grande, cuando arrasaban con millones de vidas, cuando decir pandemia era hablar de fosas comunes para enterrar a tantos que ni siquiera podían identificarse.

Las actuales pandemias no les llegan ni al tobillo a las antiguas. Ésas sí que se vestían por los pies, que tenían un par de cojones, no éstas tan subdesarrolladas. Actualmente, cualquiera tiene más posibilidades de que le toque la lotería o lo fulmine un rayo que de engrosar las ridículas cifras de una pandemia tan insustancial, tan tercermundista.

Pero los tiempos cambian, también los conceptos. Por ello es que, antes que nada, es preciso aclarar qué es una pandemia. Y no se me ocurre mejor modo que, parafraseando a Santiago Alba, explicarla definiendo lo que no es: que mil millones de personas, según publica la FAO, pasen hambre, no es una pandemia; que cada seis segundos muera un niño de hambre, no es una pandemia; que 13 millones de personas mueran al año por el deterioro del medio ambiente, no es una pandemia; que media humanidad no tenga acceso al agua potable, no es una pandemia; que cien millones de niños no vayan a la escuela, sufran malos tratos, abusos sexuales o tengan que trabajar, tampoco es una pandemia.

Pandemia es que el Arzobispado de Toledo pida a su feligresía que no besen ni el manto ni la medalla de la Virgen del Sagrario, para evitar posibles contagios de gripe A.

¡Eh! Obama. ¿Cómo van las cosas?

David Michael Green.-

Tanto el plan de reforma del sistema de salud como la presidencia del presidente Obama se van por el desagüe.

Está bien, y es justo, y es exactamente como debería ser.

Resulta que Obama es un presidente desastroso, totalmente inadecuado para los tiempos y para los desafíos nacionales y globales de EE.UU., y sus tasas de aprobación lo reflejan.

Con Obama, viene toda la adulación corporativa del último presidente demócrata, junto con una renuencia aún mayor que Clinton - ¿quién lo hubiera creído posible? – a citar nombres, mencionar enemigos, y lanzar una maldita trompada de vez en cuando. (También vemos una continuación de las políticas de derechos civiles y de libertades civiles de Dick Cheney, como un extra, pero esa es otra historia.) Lo que lo hace aún más sorprendente esta vez, sin embargo, es que hemos visto esta película antes, y sabemos cómo termina. Aparentemente no puede caer más bajo – como lo han reconfirmado los eventos de las últimas semanas – en el pozo de crueles mentiras, tácticas brutales, y trucos demoledores de la democracia que serán utilizadas por los retrógrados en su práctica de la política estadounidense contemporánea. Además de no estar preparado para ello, Barack Obama es aparentemente incapaz de elevar su voz un decibel o dos contra la gente misma que le ayuda a destruir su propia presidencia. Por cierto, está negociando acuerdos “bipartidarios” con ellos (léase: una capitulación total), incluso mientras lo ponen por los suelos ante una audiencia nacional.

¿Está tan embaucado este presidente que llega a creer que hay límites en lo que la derecha hará no sólo a la república, por lo que Obama parece tener sólo una consideración pasajera, sino también a su presidencia, por lo cual por lo menos debiera preocuparse un poco? ¿Piensa Kumbaya Kid que los retrógrados no tratarán de aniquilarlo exactamente como lo hicieron con Bill Clinton, incluso mientras se obsesionan ahora mismo con atolondradas historias conspirativas que cuestionan incluso su derecho legal a ser presidente, su propia ciudadanía? ¿Cree todavía realmente en el bipartidismo, este individuo que parece querer, más que cualquier otra cosa, que todos estén contentos y canten en el mismo tono, en el mismo momento en el que la misma gente con la que está negociando refuerza las mentiras más absurdas e incendiarias en las que alegan intenciones ancianicidas de su reforma del sistema de salud?

Lo siento. ¿Dije “su reforma del sistema de salud”? El problema número uno es que no existe nada semejante. Como en todas las cosas de importancia en las que ha estado involucrado este gobierno, parece estar bastante satisfecho con ceder ante el Congreso y permitir que su proceso de amaño genere precisamente la abominación política que se podría esperar, con todas las obligaciones políticas que hemos llegado a conocer y adorar de parte de una semejante colección deprimente de 535 (menos dos o tres) enanos morales.

Perdón. ¿Dije “ceder ante el Congreso”? Parece que de nuevo metí la pata. Lo que quiero decir en realidad – y es el problema número dos – es ceder ante un grupo selecto de miembros del Congreso. En particular, demócratas conservadores y republicanos supuestamente moderados (ya sabéis, como inmensas camionetas todo terreno con bajo consumo de gasolina). Ahora mismo, por ejemplo, probablemente los dos protagonistas más importantes en EE.UU. en el tema de la atención sanitaria sean Max Baucus y Chuck Grassley. Ambos han recibido masivas donaciones para su campaña de las industrias que tienen más que perder en esta legislación. Indudablemente, sin embargo, es pura coincidencia. Lo que están haciendo ahora mismo, y lo que Obama les permite que hagan, no es nada menos que castrar todos los aspectos serios de la reforma del sistema de salud. Finalmente, al tener éxito en lo que hacen, y al ser la cola que menea a todo el perro en este país de 300 millones de personas, Grassley ni siquiera votará por la ley, ni ningún republicano. Como en el caso de la ley de estímulo, Obama sigue permitiendo que la legislación sea asesinada mediante mil recortes. Todo en nombre de algún dios del bipartidismo que ahora adora, incluso a pesar de que ninguno de los cuchilleros estará presentes cerca del cadáver maloliente que han creado cuando termine por ser tirado a la suerte en la votación del Congreso. Me parece bastante chiflado, pero supongo que si uno se pone a pensar en el tema, la definición de Obama de participación bipartidaria en el proceso en el proceso legislativo tiene realmente sentido, después de todo: los republicanos asesinan la ley, luego los demócratas votan por ella. Cada cual tiene su papel. Todos contribuyen.

Por lo que se puede ver hasta ahora, la legislación logrará muy poco en términos de verdadera reforma, disminuirá los programas de atención sanitaria existentes, a pesar de ello exacerbará la explosión de la deuda nacional, y ni siquiera comenzará a tener efecto hasta 2013. Vaya, para lo que les va a servir a los estadounidenses, ¿por qué no hacer bien el trabajo y enviar todas las prestaciones a la gente que vive en Kuala Lumpur?

¿Será universal la atención sanitaria en EE.UU., poniendo a este país al nivel de lo que todas las demás democracias industrializadas han practicado durante la mayor parte de un siglo? No. ¿Aumentaremos masivamente la cantidad de atención sanitaria real que proveemos, mientras eliminamos la increíble inflación en costes de nuestro depredado sistema basado en intereses especiales, adoptando la elección perfectamente obvia del modelo de un solo pagador? No hay probabilidad alguna. ¿Se creará incluso una verdadera opción pública, que mostraría instantáneamente la increíble especulación y derroche en la industria de los seguros, mientras al mismo tiempo desmentiría la interminable retórica sobre la eficiencia del sector privado y la chapucería del gobierno? No, no la habrá (pero el presidente Obama quiere que sepas que aprecia la pregunta). El Gobierno de la Capitulación señalizó esta semana que también renuncia a eso. Por supuesto, debido a la oposición republicana. ¿Te acuerdas de esos sujetos, verdad? Son los que tienen minorías tan pequeñas en el Congreso que ni siquiera pueden reunir un cuarenta por ciento de los votos del Senado para bloquear la consideración de legislación mediante tácticas obstructivas.

Es la gente ante la cual claudica Obama. Son los que mandan. Parece que nosotros, los de a pie, estamos recibiendo una nueva educación sobre cómo funciona realmente la política de EE.UU. Evidentemente, existe un nuevo algoritmo que no conocía. Es el siguiente: Cuando los republicanos controlan el Congreso y la Casa Blanca, ellos son los que gobiernan. Cuando los demócratas controlan el Congreso y la Casa Blanca… los republicanos siguen gobernando. Bueno. Por lo menos sabemos cómo funciona la cosa. Y tampoco es necesariamente una mala noticia. ¡Ya no tiene sentido seguirse complicando la vida con esas confusas elecciones!

Mientras tanto, ya no es necesario compenetrarse del texto de los miles de páginas de jerigonza legal contenido en las cinco propuestas separadas de reforma del sistema de salud que ahora pasan por el Congreso a fin de descubrir si contienen buenas noticias o no. Puedes saber mucho sobre alguien o algo sólo por la compañía en la que está. Baste decir que las industrias de los seguros y de la industria farmacéutica están gastando ahora cientos de millones de dólares en anuncios en la televisión a favor de la “reforma” del sistema de salud. Me cuesta pensar en una prueba de fuego más fácil o más pura para determinar si es una legislación buena o no. Si esos sujetos están a favor, especialmente si gastan millones para que sea aprobada, es seguro que yo estaré en contra. Y si esas industrias están a favor, es seguro que con el asunto se enriquecerán y que nosotros no obtengamos nada. Excepto tal vez más pobreza. Y más enfermedad.

Los anuncios farmacéuticos son especialmente irritantes, ya que prueban que realmente nada es suficientemente inmoral como para ser excluido del discurso de la política estadounidense. Esos spots publicitarios muestran a dos actores que representaron a Harry y Louise – las mismísimas marionetas que volvieron en 1993 y recibieron un cheque a cambio de asegurar que a decenas de millones de estadounidenses se les negara la atención sanitaria desde entonces. Ahora vuelven, propugnando esta vez la legislación en lugar de oponerse a ella, y diciéndonos con mojigatería: “Ya es hora” de que “finalmente tengamos una reforma del sistema de salud.” Cuando “Sally” – asesina de la atención sanitaria estadounidense por unas monedas – entona correctamente que: “con un poco más de cooperación, un poco menos de política y esta vez podemos terminar la tarea,” quisiera meterme en el televisor y arrancarle la cabeza. Ciertamente no la está utilizando. Trataría de hacerlo con su corazón, pero ya se lo extirparon hace tiempo. ¿Hay algún motivo para que a esa gente no la hayan sacado y la hayan pegado un tiro? Y a falta de eso, ¿tienen algún tipo de nuevas almohadas especiales, de alta tecnología, que permitan que gente semejante duerma de noche a pesar de que una conciencia de 40.000 toneladas pesa sobre sus cráneos?

¿Por qué demonios iban a publicar anuncios a favor de la reforma del sistema de salud las industrias aseguradoras y farmacéuticas? Estoy pensando en voz alta, pero me pregunto si tiene algo que ver con los acuerdos que un cierto Barack Obama hizo con ellas entre bastidores, prometiendo limitar a montos patéticamente mínimos cualesquiera futuras inhibiciones de los festines a los que se habían acostumbrado. En acuerdos que el New York Times ha caracterizado delicadamente como “potencialmente en conflicto con la retórica del presidente,” Obama se ha comprado el apoyo de esas industrias por una miseria. Por lo menos, por una miseria de su capital. Los verdaderos costes seguirán cayendo sobre decenas de millones de estadounidenses sin ninguna o pésima atención sanitaria, incluidos las decenas de miles que mueren cada año por ese simple hecho. A cambio de su apoyo político, nuestro presidente “socialista” prometió en secreto a las industrias farmacéuticas y aseguradoras que sus costes bajo cualquiera nueva legislación se limitarían a 80.000 y 155.000 millones de dólares respectivamente, durante diez años. En breve – pequeñeces.

Tal vez me perdonen por comenzar a sentir que lo que Obama realmente quiere de la reforma del sistema de salud es simplemente que pueda decir que la hizo. No importa que prácticamente no haya reforma en esta legislación de reforma del sistema de salud. No importa que ni siquiera tenga su propia propuesta, sino que esté cediendo ante los peores elementos de un cuerpo legislador que es una subsidiaria en propiedad absoluta de los intereses corporativos estadounidenses. No importa que cualquier pequeño efecto que dicha legislación vaya a tener ni siquiera comience a ser visto durante otros cuatro años, y entonces será introducido paulatinamente durante otro período de varios años. Y no importa que, incluso después que la ley entre en vigor, este país siga sufriendo de todas las principales enfermedades de un sistema diseñado principalmente para suministrar beneficios para unos pocos, en lugar de atención sanitaria para todos.

Lo que me sigue asombrando, sin embargo, es lo que pasa por ser cálculo político en la Casa Blanca estos días. Nunca supuse que Obama sería necesariamente muy diferente de Bill Clinton, en el sentido de que realmente tuviera un conjunto de buenas políticas progresistas o de que realmente le importara un comino el público estadounidense. No hubo desilusiones al respecto (aunque ¿por qué tuvo que ser aún peor, más parecido a Bush que a Clinton?). Sin embargo, siempre supongo que a casi todos los políticos los consume por completo lo que verdaderamente apasionaba a Clinton: el interés propio.

Pero, incluso sólo desde la más estrecha de las perspectivas, ¿cree realmente el equipo de Obama que su estrategia ayude políticamente al sujeto? ¿Les gusta realmente que su incapacidad de articular un plan, o incluso un conjunto de principios fundamentales, hayan llevado a conformar el debate sobre la reforma de la salud? ¿Creen realmente que podrán ir ante los votantes en 2012 y conquistar sus corazones con un plan de salud que no vale nada, aprobado tres años antes, y que deberá entrar en funciones a full tres años después? Odio más que nada si sueno como uno de los retrógrados a quienes tanto desprecio, pero si éste es el nivel de sofisticación política en el que se encuentra en la Casa Blanca de Obama, entonces, de hecho, no quiero realmente que este payaso negocie con Vladimir Putin.

Barack Obama nos ha dado el peor de todos los mundos. La aprobación de una ley de reforma del sistema de salud – incluso algo que remotamente merezca el nombre – parece ser ahora una proposición dudosa. Si es aprobada, no valdrá ni el papel en el que está escrita. Mientras tanto, todas las tácticas más desagradables y engañosas han salido a la superficie en el sumidero del discurso político estadounidense, opuestas débilmente en el mejor de los casos por una Casa Blanca que haría que Bob Esponja parezca por comparación el hijo natural de Genghis Khan y José Stalin, y que tiene tan poco peso que no fue capaz de anticipar e inocular contra esos ataques que cualquier idiota que no haya estado totalmente comatoso durante las últimas décadas pudo haber previsto que sobrevendrían. Lo peor de todo, cuando finalmente se despeje el humo, esta debacle conllevará un masivo desprestigio del así llamado liberalismo, y una severa puesta en peligro del Partido Demócrata (no es que tenga mucha importancia) en los dos próximos ciclos electorales. Pensemos un segundo en eso. ¿Cuán absolutamente, terriblemente, magnificentemente inepto hay que ser para haber reanimado las esperanzas de un Partido Republicano, a sólo 200 días desde la partida del poder de George W. Bush y Dick Cheney? No basta un idiota para hacer algo semejante, os lo digo. Una tal tarea requiere un tarado de calidad mundial.

Lo que Obama debería haber hecho es simple, y es tanto más sorprendente que no lo haya hecho. Primero, debería haber formulado un plan serio (tal vez en falsas negociaciones con ciertos dirigentes clave del Congreso, para hacer que se sintieran poderosos e incluidos, tal vez no), y haberse adherido a él. Por lo menos, debería haber articulado tres o cuatro principios esenciales no negociables que exigiría de cualquier legislación de reforma del sistema de salud. Deberían haber girado alrededor de ideas simples de comprender y claramente beneficiosas para los estadounidenses que no pertenezcan a la elite. Debería haber propagado ese plan en grandes eventos, como ser discursos televisados a ambas cámaras del Congreso – en lugar de esas patéticas conferencias de prensa que hace todo el tiempo, donde la prensa puede formular cualquier pregunta, y donde un improvisado Profesor Wonk divaga dando respuestas de diez minutos, totalmente llenas de pausas y cláusulas, que garantizan una audiencia anestesiada o que distraen su atención por completo, a otro tema del todo diferente.

Debería haber nombrado enemigos, desde el comienzo. Debería haber advertido a los estadounidenses ante lo que esa gente haría en las semanas y meses siguientes. Y debería haberlos denunciado, airadamente y por su nombre cuando lo hicieron realmente. Cuando comenzaron a mentir y a atemorizar a los ciudadanos mayores a fin de proteger contra la reforma sus estafas legalizadas, debería haberlos golpeado tan duro que hubieran caído sobre sus gordos traseros corporativos, para no volver a levantarse. Debería haberlos llamados codiciosos, egoístas, traidores dispuestos a mentir y robar para enriquecer aún más sus infladas personas, mientras decenas de miles de estadounidenses mueren cada año por falta de atención sanitaria.

Sobre todo, lo que Obama debería haber hecho es mostrar algo de pasión. Tiene que dejar de lado el espectáculo del abúlico profesor conciliador. Una noticia (evidentemente) para la Casa Blanca de Obama: Si el presidente tiene el menor deseo de vender sus políticas, tiene que vender sus políticas. Si quiere dirigir, tiene que dirigir. Y si quiere nuestro apoyo, tiene que decirnos por qué es importante. Con fuerza. Míster Popular no lo entiende – lejos de eso.

Finalmente, Obama debería haber hecho tragar su plan a la fuerza al Congreso, donde – aunque no se diría que sea así – su partido tiene mayorías masivas y a prueba de obstaculización. No sé lo que piensan los demás, pero no creo que el modelo de presidencia del Siglo XIX sea particularmente apropiado para el Siglo XXI. Tenemos Seguridad Social y el resto de los programas del Nuevo Trato porque Franklin Roosevelt hizo mucha presión en el Congreso. Tenemos Medicare y Medicaid y derechos civiles porque Lyndon Johnson casi les arranca los brazos, forzando sus leyes por un Congreso renuente mediante zanahorias grandes, garrotes aún mayores, y una estrategia incisiva.

¿Qué logró Millard Fillmore? ¿James Buchanan? Si no lo recuerdas, no te preocupes – no significa que seas un estudiante deficiente de historia estadounidense. Sólo significa que no lograron nada que valga la pena recordar. ¿Por qué será que, en nuestros días, Ronald Reagan y George W. Bush consiguieron todo lo que querían del Congreso, mientras Bill Clinton y Barack Obama – incluso cuando se rindieron totalmente ante Wall Street, e incluso si tienen masivas mayorías en el Congreso – terminan como si fueran la principal fuente de entretención de los sujetos en Cell Block D? Ni Franklin Roosevelt ni Harry Truman ni Lyndon Johnson volverían a reconocer al Partido Demócrata. A menos que inadvertidamente lo confundieran con un chinche aplastado en el vestíbulo de la sede del Partido Republicano.

Después de haber vivido los años increíblemente inánimes de la era Clinton, no me sorprende tener otro presidente demócrata cuyos verdaderos electores se encuentran en las salas de consejo corporativas. Sin embargo, me horroriza tener a otro que al parecer no aprendió nada de la experiencia de los años de Clinton, quien parece ser aún más conciliador que el necio “Por favor señor, ¿puedo tomar uno más?” que fue el propio Clinton, y quien aparentemente carece de todo instinto real aunque fuera para la propia preservación política.

De modo que tengo que preguntar: ¡Eh! Obama. ¿Cómo van las cosas? En ocho meses has desperdiciado una oportunidad masiva e histórica. Has resucitado un partido político criminalmente malo que, con un pequeño empujón en la dirección apropiada, podría estar enterrado para siempre. Has permitido que casi cualquiera diga casi cualquier cosa sobre tu persona y tus políticas, sin consecuencias. La gente anda por ahí diciendo que vas a matar a abuelas, y millones les creen. Te están poniendo en la picota por fracasos falsos del sistema de atención sanitaria británica, y tu propuesta desabrida, tibia, descompuesta – si es que llegas a tenerla – no tiene siquiera el menor parecido con el NHS [sistema de salud británico].

No has producido nada de importancia en tus Cien Días, ni siquiera en doscientos. Los historiadores no te mencionarán en el mismo suspiro que a Franklin Roosevelt, sino más bien junto al maravilloso señor Fillmore. Has respondido a crisis épicas con medias tintas que han producido resultados de un cuarto. En el breve período de tu presidencia, tus tasas de aprobación han caído de bien arriba de sesenta a poco más de cincuenta. Aparte de que esas cifras comienzan a parecerse al tipo con un bastón que sube a tu escena, representan el doble de la caída que un idiota llamado George W. Bush sufrió en los primeros ocho meses en su puesto. Tal vez porque hizo mucho más en esos días. Mucho más (por horrible que haya sido), en los hechos, de lo que probablemente hagas en cuatro año, si sigues al mismo ritmo. Mucho más, incluso con un Congreso dividido. ¿Qué te parece, Hermano Barack? Te persigue el peor presidente de toda la historia de EE.UU.

De modo que, ¿cómo van las cosas?

¿Mis cosas? No muy bien. Esperaba otra cosa. ¿Sabes lo que quiero decir?

Te diré, sin embargo, que pareces un joven muy, muy simpático. Sí, sí – muy simpático, por cierto. Seguro.

Tanto que te lo prometo. Si alguna vez quiero a alguien como presidente que sea tan simpático que permita que malignos salvajes políticos lo desgarren mientras al mismo tiempo arruinan al país…

Prometo que tendrás mi voto.

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David Michael Green es profesor de ciencias políticas en la Universidad Hofstra en Nueva York. Le encantará recibir reacciones a sus artículos (dmg@regressiveantidote.net), pero lamenta que la falta de tiempo no le permita responder siempre. Más trabajos suyos se encuentran en su sitio en la web www.regressiveantidote.net.

Friday, August 21, 2009

Democracia cultural...

Frei Betto.-

El hombre y la mujer son los únicos seres vivos que se contraponen a la naturaleza. Los demás, desde las abejas arquitectas hasta los macacos africanos que organizan sus recursos de supervivencia, todos son determinados por la naturaleza. Ese distanciamiento humano frente al mundo natural hace que la realidad se revista de simbolismo y produzca la emergencia trascendental del imaginario.


Del interés por el fuego producido por el relámpago nace el conocimiento que despierta la conciencia. Volcada sobre sí misma, la conciencia humana sabe que sabe, mientras que los animales saben, pero desconocen la reflexión. A través del símbolo y del significado el ser humano se relaciona con la naturaleza, consigo mismo, con sus semejantes y con Dios.

Nace la cultura, el toque humano que hace arte de lo natural. La vida social adquiere contornos definidos y explicaciones categóricas. Del dominio de las fuerzas arbitrarias de la naturaleza se llega a las armas que permiten la imposición de un grupo cultural sobre otro. Sin embargo cultura es identidad y por tanto resistencia. Incluso así, la absolutización de sistemas ideológicos ofrece el paraíso, induciendo al dominado a sentirse excluido por no pensar con cabeza ajena.

En el Brasil colonial los métodos de catequesis cristiana introducían entre los indígenas el virus de la disgregación y hoy los dueños de las empresas mineras, de las madereras y el gobierno preguntan perplejos por qué los pueblos indígenas necesitan tanta tierra si no producen nada. Los pentecostales atacan a los umbandistas y ciertos sectores de la Iglesia cristiana miran con solemne desprecio el candomblé, como si sus fieles aún estuvieran en aquella época primitiva de la conciencia religiosa que no les permite saborear la belleza del canto gregoriano o la ortodoxia religiosa del Papa Ratzinger.

La caída de los gobiernos de los países socialistas del Este europeo señala, no el fin del socialismo, como propagan los medios capitalistas, sino de la absolutización de sistemas ideológicos. Se caen, con la herencia estalinista, todas las estrategias de hegemonización de la cultura, y hasta la misma idea de ‘evolución cultural’. No hay culturas superiores, hay culturas distintas. Agonizan las versiones totalizadoras en todos los terrenos de la producción de sentido (político, económico y religioso).

Quien pretende ignorar los signos de los tiempos tendrá que apelar al autoritarismo para infundir temor. Hoy sabemos que incluso en América Latina no hay una cultura única sino una multiplicidad de culturas -indígena, negra, blanca, sincrética- que se explican por sus mismos factores internos. Esa polisemia de sistemas de sentido es una riqueza, aunque amenace el poder de quienes imaginaban restaurar la uniformización universal.

Hace más de 500 años de la llegada de Colón a las Américas -una invasión genocida que algunos llaman ‘encuentro de culturas’- y conviene recordar esos conceptos antropológicos. Ahora la democracia impregna también la cultura. Cada hombre y mujer, grupo étnico o racial, descubre que puede ser productor del sentido de su vida. Lo difícil es respetar eso como valor, sobre todo nosotros los cristianos, que todavía no sabemos distinguir a Jesucristo del armazón judío y greco-romano que lo reviste y que tanto favorece el eurocentrismo eclesiástico.

Por suerte el mismo Jesús nos enseña la diferencia entre imposición y revelación. Se impone pervirtiendo la naturaleza del poder (Mateo 23, 1-12). Pero revelación significa ‘quitar el velo’: ser capaz de captar los fragmentos culturales de cada pueblo y reconocer las primicias evangélicas allí contenidas, como afirmó el concilio Vaticano 2º.

Además, Dios no habla latín. Prefiere el lenguaje del amor y de la justicia. Y ese dialecto incorpora y entiende a toda cultura. (Traducción de J.L. Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “Diario de Fernando. En las cárceles de la dictadura militar brasileña”, entre otros libros.

Thursday, August 20, 2009

El Fidel que yo conozco...

GABRIEL GARCIA MARQUEZ.-

Fragmentos de un artículo publicado en Granma en ocasión del cumpleaños 83 del líder de la revolución cubana Fidel Castro.

Su devoción por la palabra. Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo. Le gusta preparar las recetas de cocina con una especie de fervor científico.

Se mantiene en excelentes condiciones físicas con varias horas de gimnasia diaria y de natación frecuente. Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los imprevistos. Tan importante como aprender a trabajar es aprender a descansar.

Fatigado de conversar, descansa conversando. Escribe bien y le gusta hacerlo. El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto. Empieza siempre con voz casi inaudible, con un rumbo incierto, pero aprovecha cualquier destello para ir ganando terreno, palmo a palmo, hasta que da una especie de gran zarpazo y se apodera de la audiencia.

Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia.

José Martí es su autor de cabecera y ha tenido el talento de incorporar su ideario al torrente sanguíneo de una revolución marxista. La esencia de su propio pensamiento podría estar en la certidumbre de que hacer trabajo de masas es fundamentalmente ocuparse de los individuos.

Esto podría explicar su confianza absoluta en el contacto directo. Tiene un idioma para cada ocasión y un modo distinto de persuasión según los distintos interlocutores. Sabe situarse en el nivel de cada uno y dispone de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio.

Una cosa se sabe con seguridad: esté donde esté, como esté y con quien esté, Fidel Castro está allí para ganar. Su actitud ante la derrota, aun en los actos mínimos de la vida cotidiana, parece obedecer a una lógica privada: ni siquiera la admite, y no tiene un minuto de sosiego mientras no logra invertir los términos y convertirla en victoria. Nadie puede ser más obsesivo que él cuando se ha propuesto llegar a fondo a cualquier cosa.

No hay un proyecto colosal o milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada. Y en especial si tiene que enfrentarse a la adversidad. Nunca como entonces parece de mejor talante, de mejor humor. Alguien que cree conocerlo bien le dijo: Las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.

Las reiteraciones son uno de sus modos de trabajar. Ej.: El tema de la deuda externa de América Latina, había aparecido por primera vez en sus conversaciones desde hacía unos dos años, y había ido evolucionando, ramificándose, profundizándose. Lo primero que dijo, como una simple conclusión aritmética, era que la deuda era impagable. Después aparecieron los hallazgos escalonados: Las repercusiones de la deuda en la economía de los países, su impacto político y social, su influencia decisiva en las relaciones internacionales, su importancia providencial para una política unitaria de América Latina… hasta lograr una visión totalizadora, la que expuso en una reunión internacional convocada al efecto y que el tiempo se ha encargado de demostrar.

Su más rara virtud de político es esa facultad de vislumbrar la evolución de un hecho hasta sus consecuencias remotas… pero esa facultad no la ejerce por iluminación, sino como resultado de un raciocinio arduo y tenaz. Su auxiliar supremo es la memoria y la usa hasta el abuso para sustentar discursos o charlas privadas con raciocinios abrumadores y operaciones aritméticas de una rapidez increíble.

Requiere el auxilio de una información incesante, bien masticada y digerida. Su tarea de acumulación informativa principia desde que despierta. Desayuna con no menos de 200 páginas de noticias del mundo entero. Durante el día le hacen llegar informaciones urgentes donde esté, calcula que cada día tiene que leer unos 50 documentos, a eso hay que agregar los informes de los servicios oficiales y de sus visitantes. Las respuestas tienen que ser exactas, pues es capaz de descubrir la mínima contradicción de una frase casual. Otra fuente de vital información son los libros. Es un lector voraz. Nadie se explica cómo le alcanza el tiempo ni de qué método se sirve para leer tanto y con tanta rapidez, aunque él insiste en que no tiene ninguno en especial. Muchas veces se ha llevado un libro en la madrugada y a la mañana siguiente lo comentta. Lee el inglés pero no lo habla. Prefiere leer en castellano y a cualquier hora está dispuesto a leer un papel con letra que le caiga en las manos. Es lector habitual de temas económicos e históricos. Es un buen lector de literatura y la sigue con atención.

Tiene la costumbre de los interrogatorios rápidos. Preguntas sucesivas que él hace en ráfagas instantáneas hasta descubrir el por qué del por qué del por qué final. Cuando un visitante de América Latina le dio un dato apresurado sobre el consumo de arroz de sus compatriotas, él hizo sus cálculos mentales y dijo: Qué raro, que cada uno se come cuatro libras de arroz al día. Su táctica maestra es preguntar sobre cosas que sabe, para confirmar sus datos. Y en algunos casos para medir el calibre de su interlocutor, y tratarlo en consecuencia.El relato que hizo de la captura y asesinato del Che, el que hizo del asalto de la Moneda y de la muerte de Salvador Allende o el que hizo de los estragos del ciclón Flora.

Wednesday, August 19, 2009

Ojos ciegos...

KOLDO.-

De mirarte y no verte ya no me quedan ojos. Todos los fui perdiendo por la casa, algunos por la calle, ni sé cómo ni cuántos he venido extraviando.

Al principio, cuando los proscribí por alevosos y los desalojé por miserables, reconozco que, encontrarlos por ahí, de cualquier forma, desparramados, sin brillo ni pestañas, mortificaba tanto mi vergüenza que hasta llegué a pensar en recogerlos y disculpar sus chanzas y desaires... pero ya no les hablo, ya no saben mirarte.

Me hubiera conformado con que volvieran a acogerte en sus retinas y te guardaran a salvo de distancias y ni siquiera eso se dignaron fingirme.

Ayer, uno lloraba inconsolable, recostado sobre el tubo de la pasta dental, enfermo de nostalgia, y otro más encontré deambulando entre el vaho del espejo, resignado a su suerte, como si supiera el desenlace...

pero ya no me sirven, ya no saben mirarte.

Son tantos y tan ciegos que casi es imposible no pisarlos, donde quiera que voy me los encuentro y, como si me vieran, me guiñan acogidas y reencuentros, desesperados por volver a ser mis ojos y sin que mi desdén los acobarde... pero ya no me importan, ya no saben mirarte.

Entras en la cocina y asomada a la taza de café, de improviso te asalta una vieja pupila conocida proponiéndote nuevos horizontes y más y mejores perspectivas; basta que abras una gaveta buscando un par de medias o una carta extraviada, para que alguno de los ojos que tuve me reproche tu ausencia, mientras yo divago alianzas y descartes… pero ya no me bastan, ya no saben mirarte.

Y en las noches, insolentes se apostan debajo de mi insomnio en el común afán de murmurarme desventuras y prodigarme reproches y pesares... pero ya no los oigo, ya no saben mirarte.

Si al menos, de soslayo, los ojos que ayer fueran, los mismos que hoy no son, no te dieran del todo por perdida y encontrarte no fuera un acertijo y saberte no costara la vida... pero ya no los quiero, ya no saben mirarte.

Koldo Campos Sagaseta.-

Thursday, August 13, 2009

Crimen y castigo...

Nazanín Amirian.-

Cada vez que los medios se encargan de hacer de algunos delitos noticia al borde del sensacionalismo, parte de la sociedad pide el endurecimiento de las penas para, por un lado, escarmentar a los infractores de los pactos establecidos –más allá de su justedad– y, por otro, aleccionar a los demás por si caen en la tentación de saltárselos. Sin embargo, educar en base a miedos, hacer uso del terror como instrumento de control e identificar la justicia con castigo severo sólo han servido para saciar la sed de venganza.

Bajo el nombre de preservar la paz social, los gobiernos han privado de libertad a unas diez millones de almas, incluyendo disidentes políticos, prostitutas, drogadictos e indigentes. En España hay más de 70 prisiones –otras nueve en construcción– que albergan a unos 60.000 internos. Las medidas coercitivas por sí mismas ni reparan el daño hecho, ni evitan la repetición del mismo delito por otros, ni impiden que el infractor reincida. Tampoco la pena de muerte frena a quienes, de forma premeditada o impulsiva, rompen la legalidad. ¿Acaso la silla eléctrica o la inyección letal han hecho disminuir el número de asesinatos en EEUU, que cuenta con una población correccional de siete millones de personas? ¿Acaso en Irán la lapidación ha podido cohibir a los que deciden amar sin pedir permiso?

La industria penitenciaria va en auge: cientos de millones de euros destinados a construir nuevas prisiones, nuevos puestos de trabajo carcelario y más efectivos policiales, sin contar la inversión en artilugios como cámaras de vigilancia, pulseras o sistemas de identificación. Y eso es sólo una parte de un negocio que desde la televisión, uno de las principales agentes de socialización, promociona la violencia como medio de resolver conflictos. Dibujos animados y películas que manipulan la sensibilidad del espectador y provocan fascinación hacia el agresor seductor, duro y triunfante. La oferta incluye la violencia divertida: vestirse de militar y desahogarse disparando balas-bolas de pintura.

La fábrica del crimen sofisticado ha sabido colarse de tal manera en nuestros proyectos de vida que hasta series como CSI hacen que cada vez a más estudiantes se les despierte el morbo de ser forenses o detectives… Ningún castigo es justo si no se tratan las causas que convierten a una persona en una amenaza para otra.

Fuente original: http://blogs.publico.es/puntoyseguido

El inventor del poroto.-

TWN/RedTM Boletin

En 1994, el señor Larry Proctor compró una bolsa de frijoles amarillos en Sonora, Mexico. Proctor plantó las semillas en su casa en Colorado, Estados Unidos, las regó y éstas germinaron. Luego seleccionó las semillas de mejor color y las volvió a plantar. Una y otra vez, hasta que al cabo de varias generaciones, Proctor obtuvo lo que describió como “una ‘población homogénea y estable’ de semillas amarillas”. El 15 de noviembre de 1996, dos años después, Proctor solicitó una patente para lo que denominó “frijol Enola”. El 13 de abril de 1999 el gobierno de Estados Unidos le concedió la patente número 5.894.079 y con ella el monopolio exclusivo de todos los Phaseolus vulgaris (frijoles, alubias o porotos secos) de color amarillo.

Para reforzar la propiedad sobre su “invento”, Proctor solicitó también un Certificado de Protección de las Variedades Vegetales, alegando que “su” frijol Enola es único porque su color es peculiar y porque no se había cultivado antes en Estados Unidos. El certificado le fue otorgado el 28 de mayo de 1999.

Armado con tal doble protección, Proctor comenzó a exigir de los importadores que le pagaran un canon de seis centavos por libra de frijol amarillo ingresado a Estados Unidos desde México y antes del fin de 1999 reclamó judicialmente el pago de estos “derechos” a las firmas Tutuli Produce de Estados Unidos y Productos Valle Verde de Mexico. “Al principio, pensé que era una broma”, comentó Rebecca Gilliland, presidenta de Tutuli Produce. “¿Cómo podría él [Proctor] inventar algo que los mexicanos han cultivado durante siglos?”

Las acciones de Proctor se extendieron contra toda exportación mexicana que a su juicio contuviera su variedad patentada. Funcionarios de aduanas de Estados Unidos pasaron a inspeccionar los frijoles mexicanos y tomar muestras de cada envío. Las molestias y pérdidas de tiempo causaron a las empresas costos adicionales. Gilliland perdió clientes y los agricultores mexicanos cuyo sustento depende de los frijoles se vieron afectados.

Miguel Félix Tachna, de la Asociación Agrícola de Río Fuerte, México, explica que la empresa de Proctor, llamada POD-TNE, envió una carta a todos los exportadores mexicanos de frijol diciendo que éste era de su propiedad y que en adelante quienes lo vendieran le tendrían que pagar regalías. Ello se tradujo en una inmediata caída en las exportaciones de más del noventa por ciento.

Los frijoles son uno de los alimentos básicos en México y la principal fuente de proteína vegetal. Según el no gubernamental Grupo ETC, el noventa y ocho por ciento de los mexicanos en la región noroeste comen el frijol amarillo llamado “Azufrado”. El gobierno mexicano manifestó su indignación por la apropiación del frijol amarillo y en enero de 2000 anunció que apelaría la patente. “La defensa de nuestro frijol es un asunto de interés nacional”, dijo José Antonio Mendoza Zazueta, subsecretario de Desarrollo Rural.

La indignación creció cuando Proctor presentó en 2001 una demanda contra dieciséis pequeñas empresas norteamericanas de semillas de frijol y agricultores de Colorado, alegando que violaban su patente por cultivar y vender “su” frijol amarillo.

Como prueba de que Proctor no fue el inventor de este frijol, el Instituto Nacional de Investigación de Agricultura, Silvicultura y Ganadería (INIFAP) de México demostró que el “Enola” es genéticamente idéntico al frijol Azufrado.

James Nelly, profesor de la Michigan State University y presidente de la Cooperativa de Mejoramiento de Frijol, calificó la patente del Enola como “inadecuada, injusta y no basada en evidencia científica”, ya que en México se lo cultiva bajo los nombres de Mayocoba, Azufrado o Azufre, Peruano, Canaria y Canario, todos ellos nombres que sugieren el color amarillo.

La base de datos en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Cali, Colombia, registra estas variedades de frijol y los considera de dominio público. No se admiten reclamos de derechos de propiedad intelectual sobre ellos en virtud de un acuerdo de 1994 entre el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

Según el Grupo ETC, el CIAT tiene más de 27.000 muestras de Phaseolus (alubias secas) en su banco genético, entre ellas cerca de doscientas sesenta muestras de frijol amarillo, de las cuales seis son sustancialmente idénticas a las protegidas por la patente 5.894.079 en Estados Unidos.

“Todo lo que Proctor hizo fue multiplicar algo que ya existía”, dijo Kelly. “Eso no es nada excepcional en cualquier sentido de la palabra y patentar un color es absoluta herejía. Nada nunca fue inventado, y seleccionar semillas es un procedimiento habitual de cualquier agricultor”.

Si bien la patente de Proctor sobre el frijol Enola fue apelada desde el año 2000, mientras no hubo fallo Proctor pudo disfrutar del monopolio, intimidar a los agricultores, cobrar regalías e interrumpir el comercio transfronterizo, lo que dio lugar a enormes pérdidas económicas para los agricultores.

Los abogados de Proctor consiguieron dilatar una resolución final casi una década. En abril de 2005 la oficina de patentes de Estados Unidos rechazó la solicitud de Proctor. Sin embargo, se le otorgaron seis meses para preparar y presentar una solicitud de revisión. Tras varias prórrogas más, la Junta de Apelaciones declaró a la patente inválida en abril de 2008.

Según un comunicado de prensa del Grupo ETC, el tribunal basó su decisión en el principio de que toda patente debe ser “no obvia”. Cualquier persona con la intención de reproducir o mejorar el frijol amarillo mexicano habría hecho exactamente lo que hizo Larry Proctor: plantarlo, cosecharlo, seleccionar semillas y repetir el proceso. Así pues, la “invención” fue algo obvio y no merecedor de una patente.

Tras nuevas maniobras dilatorias, la Corte de Apelaciones del Circuito Federal emitió el quinto y último rechazo y revocó definitivamente la patente de Proctor sobre el frijol Enola el 10 de julio de 2009.

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Moralejas Para los países en desarrollo, el litigio en torno al Enola deja varias lecciones:

1. Se debe reactivar urgentemente el ya muy demorado proceso de revisión del Artículo 27.3 (b) del Acuerdo sobre TRIPS (propiedad intelectual) de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que permite patentar formas de vida, incluyendo microorganismos. Estas patentes benefician principalmente a empresas en los países desarrollados.

2. Se debe exigir urgentemente un requisito de transparencia y divulgación obligatoria de información en las solicitudes de patentes.

3. Es necesario resistir las presiones para ampliar la lucha contra la falsificación, que en realidad obliga a los gobiernos a ir más allá de lo acordado en la OMC. La lucha contra la falsificación debe reducirse a las marcas y violaciones de derechos de autor.

Este es un resumen del artículo titulado “The ‘Enola Bean’ dispute: patent failure & lessons for developing countries”, publicado por TWN el 1 de agosto de 2009.

No vendas a tus amigos, y menos gratis...

Elena Cabrera.-

No quería hablar del tema porque sé que no hay mayor desprecio para alguien que no bloguear sobre él pero necesito mantener la cabeza ocupada en algo. Y qué mejor que en algo que odio para no pensar en las cosas que me dan miedo. Probadlo si alguna vez estáis en una situación atemorizante -por ejemplo, encerrada o encerrado involuntariamente en un cuarto de baño-, busca un objeto de tu odio -por ejemplo, Rupert Murdoch, Esperanza Aguirre, Gallardón, Bob Dylan o Emilio Aragón- y ya verás cómo se diluyen los nervios.

Volviendo al asunto, que se ve que hoy estoy con ganas de bifurcarme: si hemos superado aquellos grandes timos de la historia de la humanidad como son los crecepelo, las pseudosectas de ventas piramidales, la estampita, el agua bendita (salvo en los vampiros, claro) o la famosa peseta que llegaba por correo y te costaría la muerte si no repetías el envío a otros cinco desgraciados, ¿porqué, si ya no caemos en ellos, lo seguimos haciendo con las empresas que actúan en internet bajo el dudoso titular de ‘redes sociales’ regalando nuestra información a cambio de nada?

Últimamente, escucho con frecuencia explicar el método profiláctico de muchas personas para no hundirse en la marea anónima de los amigos que no son tales: “yo no admito a nadie que no conozca de verdad”. Estoy segura de que lo habréis oído muchas veces. De esa manera, aquel que nos habla, convencido del buen uso que le hace a la red social, sólo agrega como amigos a los amigos que ya lo son. ¿Entonces, por que te registras en la base de datos de una empresa con tu nombre real, tu edad, tu foto, tu ciudad, tus aficiones, dónde vas o dónde no vas a cambio de lo que ya tenías antes de regalarles tus datos personales? ¿Qué esperas obtener a cambio?

Si a pesar de ser consciente de ello no te importa que tengan tu ficha completa, tu suculenta ficha de consumidor -pues hablamos de Occidente y hablamos de capitalismo- y sepan qué ofrecerte cada vez que cargas una página, piensa que, cada vez que agregas a alguien, no sólo te vendes a ti sino también a tus amigos. Al agregar, followear, establecer amistad, estás diciendo al empresario, al dueño de la página y a su departamento de marketing: “oigan, que esta persona es como yo, le gusta lo que a mí, somos amigos y juntos hacemos fuerza”. Y de la contabilidad nace la estadística y de la estadística el marketing y del marketing el dinero, las ventas, que es a lo que van, que es, a la postre, lo que les interesa. Porque ellos viven de eso, a tu costa.

A no ser que te llegue dinero por ello. Porque a lo mejor te llega y yo no lo sé. En la columna de la derecha de tu página de Facebook te aparecen anuncios ¿verdad? Y son tan grandes que es difícil no verlos, y al final uno los acaba leyendo. Por lo tanto, tener una cuenta de Facebook no es gratis, te cuesta dinero pero no lo pagas con dinero contante, sino con el equivalente de la publicidad que consumes. ¿Cuánto dinero te paga Facebook cada vez que uno de tus amigos lee tu cambio de estado y, de paso, la publicidad?
Hay que repetirlo mil veces y hasta la saciedad porque siempre hay alguno que no se ha dado cuenta: todo lo que lleva publicidad no es gratuito. Tu presencia como consumidor de publicidad es valiosísima. Probablemente es más cara la inversión publicitaria por usuario de lo que te costaría pagar por este servicio. No tengo datos que apoyen esta teoría, pero algún día me gustaría poder comprobarlo.

Facebook, MySpace, Twitter… no son redes sociales porque en verdad no son sociales. No están descentralizadas porque son empresas. No dan el poder al usuario porque ellos tienen el poder. Ellos ponen la piscina y allí que nos tiramos todos. Cuantos más nadadores en la piscina, controlados dentro de sus cuatro paredes, más fácil es coger un megáfono y venderles algo a la vez. Una red social, para que sea tal, no puede pertenecer a una persona, a un empresario, ha de ser de todos y de nadie, ha de ser transparente, no controlable o controlable por todos.

¿Te imaginas que existiera un dueño de internet? Por ejemplo, que Rupert Murdoch comprara internet. Las operadoras de comunicaciones ya se creen los dueños de internet porque proveen el acceso. Son como los gorilas de las puertas que se creen los dueños de los garitos porque ellos deciden quien entra o quien no, y sobre todo porque vigilan que nadie entre sin pagar. Pero, al menos, no es un monopolio y no existe un único proveedor mundial.

Mientras no existan redes que funcionen de esa manera, registrarse en ellas supone el mismo tipo de acción que darle nuestros datos de gustos, marcas y sabores a El Corte Inglés para que nos mande información de qué deberíamos comprar o cómo deberíamos ser, qué nos debería gustar, a quiénes, qué otros clientes, deberíamos conocer.

CONVIENE RECORDAR QUE:
Rupert Murdoch (y perdón por la obsesión) es el dueño de MySpace desde que compró la empresa para sumarla a su emporio News Corp por 580 millones de dólares.

Jack Dorsey, Biz Stone y Evan Williams son los dueños y fundadores de Twitter. (Cuando se hackeó información privada de la compañía se supo que esperaban unos beneficios de 4 millones de dólares en el cuarto trimestre de 2009). De su próximo modelo de financiación esperan conseguir 1 dolar por usuario y por año. Esperan conseguir registrar a 25 millones de usuarios cuando acabe 2009 y 1000 millones de usuarios en 2013.

Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, es el dueño del 30% de la empresa. (El multimillonario más joven del mundo según Forbes).

Son personas, son ellos a quienes les estás regalando tus amigos. No te conectas con tus amigos. Eso es una falacia. Tú ya estás conectado. Tú ya te trabajaste esas amistades antes. Tú les regalas a tus amigos. Y te regalas a ti mismo. Gratis. Y gracias a eso ellos ganan sus céntimos con cada dato, foto, contenido o amistad que introduces en sus bases de datos.

Notas:

1) A día de hoy, desconocemos cuál es el modelo de negocio que tiene planeado Twitter, quizá los mensajes de texto en los móviles, pero no se sabe. Probaron la publicidad en el site japonés y no les fue bien. Aún así, les he metido en el mismo saco porque algún día, tarde o temprano, usarán su máximo valor: los usuarios y los millones de mensajes que se mueven, para ganar dinero con nosotros.

2) A quien pueda interesar: sí tengo cuenta de Twitter, no tengo de MySpace (tuve y la borré) y no tengo cuenta de Facebook. Sí tengo cuenta de Flickr, de 11870, de del.icio.us, de Last.fm y de Spotify. Me registro en las webs que me aportan un contenido que no tuviera antes de registrarme, como es el caso de un lugar para publicar fotos, lugares donde guardar favoritos y un servicio para escuchar y conocer música. Twitter lo uso como servicio de microblogging cuando no merece la pena abrir The Last Dance; lo uso más que Tumblr, donde también tengo una cuenta.

3) Me preocupa cómo se está volcando la información en Facebook de una manera masiva, hasta el punto de usarse como único medio para comunicar cosas. Si después de haber leído este post sigues convencido de que necesitas Facebook para vivir, no lo uses como único medio para comunicarte con el mundo, o les regalarás el monopolio de la información.

Pueblos enteros devastados por el opio en Afganistán


Al abrir la puerta de la casa de Beg, un espeso humo procedente del opio impregna el aire fresco de la montaña como si fuera el vapor de una casa de baños. Son las ocho de la mañana y toda la familia, compuesta por seis miembros –incluido un bebé de un año de edad-, está ya acurrucada con la pipa de opio en los labios.

Beg, de 65 años, aspira y exhala una nube de humo. Pasa la pipa a su mujer. Ella se la pasa a su hija. La hija sopla el humo del opio en la boquita del bebé, a quien se le ponen los ojos en blanco.

“Cuando mis niños están inquietos y se ponen a llorar, no puedo trabajar bien”, decía Feroza, una tejedora de alfombras y madre de seis hijos en la provincia norteña de Faryab. “Cuando les doy un poquito de opio, se calman y se duermen, permitiéndonos trabajar”.

Sus rostros están demacrados, tienen el pelo enmarañado, no huelen bien.

En docenas de aldeas situadas en la montaña de este remoto rincón de Afganistán, la adición del opio ha llegado a ser algo tan arraigado que familias enteras –desde los bebés a los ancianos- se han convertido en adictos. Aislados del resto del mundo por arroyos glaciales, la adicción va extendiéndose casa a casa, infectando comunidades enteras. Hace años, sólo había una familia con problemas de adicción en Sarab, ahora al menos la mitad de la población, unos 1.850 habitantes, es adicta.

Afganistán suministra casi todo el opio que se produce en el mundo, la materia prima utilizada para fabricar la heroína y, aunque se exporta la mayor parte de esa cosecha letal, queda bastante cantidad atrás creando un ciclo vicioso de adicción. Según el Departamento de Sanidad y Servicios Humanos de EEUU y una investigación que Naciones Unidas realizó en 2005, en Afganistán hay al menos 200.000 adictos al opio y a la heroína -50.000 más que en EEUU, país mucho más grande y rico-. Se teme que los resultados de un posible nuevo estudio den tasas mucho más altas de la adicción que constituye un escape para la enorme cantidad de víctimas humanas de las continuas guerras y de la desesperante pobreza.

Al contrario que en Occidente, aquí el carácter tan unido de las comunidades hace que la adicción se convierta en un problema familiar. En lugar de extenderse de un rebelde adolescente a otro, el hábito pasa de madre a hija, de padre a hijo. Está transformando pueblos como éste en un paisaje de degradación humana.

Aparte de unas cuantas esterillas deterioradas, la casa de Beg está vacía. Ha empeñado todas las pertenencias de la familia para poder pagar la droga.

“Me avergüenza ver en lo que me he convertido”, dice Beg, con un sucio turbante enrollado en la cabeza. “He perdido el respeto hacia mí mismo. He perdido mis valores. Le quito la comida a este niño para pagarme el opio”, dice, señalando a su nieto de cinco años, Mamadin. “Tiene hambre”.

Los antepasados de Beg poseían la mayor parte de las tierras del pueblo, localizado junto a un torrente al final de un cañón de escarpadas montañas en la provincia de Badakshan, a cientos de millas al noreste de Kabul, la capital afgana.

En otra época llegó a tener 1.200 ovejas. Pero las fue vendiendo una a una para pagarse la droga. A la venta de las ovejas le siguió la venta de la tierra. Convirtió su espaciosa casa, que una vez estuvo revestida con alfombras ornamentales, en un caparazón lleno de fango. Cultiva filas de patatas en el último de los campos que le quedan y cada vez que recoge la cosecha, tiene que decidir entre alimentar a sus nietos o comprar opio. Normalmente, elige las drogas.

Necesidades básicas, como la compra jabón, hace tiempo ya que no se atienden.

“Si tenemos 50 centavos, compramos opio y nos lo fumamos. No utilizo los 50 centavos para comprar jabón para lavar nuestra ropa”, explica Raihan, la hija de Beg y madre del bebé de un año. El pequeño lleva una camiseta mugrienta sin ropa interior alguna. “Puedo estar sin comida pero no sin opio”.

Los pocos centros de tratamiento para drogadictos que hay en el país están en las grandes ciudades, lejos de pueblos como éste. E incluso aquellos que pueden llegar hasta las ciudades, a menudo no consiguen ayuda. La clínica para tratar a los drogadictos en la provincia de Takhar, la más cercana a Sarab, tiene una lista de espera de 2.000 personas y tan sólo 30 camas.

Por eso, los aldeanos se están ahogando en opio. Empiezan a tomarlo cuando caen enfermos, confiando en sus propiedades anestésicas; el opio se utiliza también para hacer morfina. Desde Sarab, un pueblo situado a unos 2.500 metros de altitud, que se queda aislado por la nieve más de tres meses al año, se necesita caminar todo un día por senderos de montaña para poder llegar al hospital más cercano. Las pocas tiendas que hay allí no venden ni aspirinas.

“El opio es nuestro médico”, dice Beg. “Cuando te duele el estómago, das una calada. Después tomas un poco más. Y un poco más. Y poco a poco te conviertes en un adicto. Una vez que estás enganchado, se acabó. Estas muerto”.

Cuando su nieto Samsuddin, de un año, se cortó el dedo con la jamba de la puerta, Beg sopló humo de opio en la boca del niño, una práctica habitual en esta parte del mundo que está provocando ahora una adicción infantil masiva. No quiere que su nieto se convierta en adicto, pero dice que no tiene elección. “Si aquí no hay medicinas, ¿qué podemos hacer? La única forma de hacer que se sienta mejor es darle opio”.

Desde la primera calada, van aumentando hasta llegar a un hábito de tres veces al día. Cuando Beg empezó a utilizar opio, no sólo fue su mujer y su hija las que le siguieron. Fue su hermano. Después, la mujer de su hermano. Como una epidemia que va extendiendo sus tentáculos por todo el pueblo.

Los trabajadores sanitarios dicen que para atajar la adicción, es necesario tratar a la comunidad entera. El pasado año, el Ministerio de Sanidad cogió a 120 adictos de Sarab y los llevó a unas instalaciones en una ciudad a un día de camino para someterles a tratamiento. Tres meses después, se encontraron con que 115 de los 120 habían recaído.

“Fue mi vecino el que empezó primero otra vez con el opio”, explica Nur, una de las mujeres tratadas, cuyos ojos semejan cuevas oscuras. “Después, mi primo. Después, mi marido y, después de un tiempo, también me enganché yo”.

La mayoría de los adictos gasta entre tres y cuatro dólares al día en opio en una zona del mundo donde la gente sólo gana una media de dos dólares al día. Venden sus tierras y se endeudan terriblemente para poder mantener la dependencia.

“Era un hombre rico”, dice Dadar, un hombre que parece tener unos 70 años y cuya familia de siete miembros están todos enganchados. “Tenía rebaños, tenía tierra. Pero empecé a fumar. Vendí los rebaños, vendí la tierra. Ya no tengo nada”.

Lleva puesto un viejo cortavientos incrustado de suciedad. Su mujer abre los labios y muestra una boca llena de dientes podridos. Sus nietos tienen el pelo enredado y llevan ropas rasgadas llenas de mugre.

Como han vendido el ganado, ya no pueden comer carne. Cuando vendieron la última de sus tierras, también perdieron el trigo, las patatas y las verduras. Su dieta consiste ahora en té y algún ocasional trozo de pan que les pueda dar un vecino.

“Cuando una persona se convierte en adicta, no tiene nada para comer”, dice Dad. “Eso afecta a su vecino, porque el vecino se ve forzado a darle una parte de su comida. Por esa razón, todos nosotros somos cada vez más pobres”.

Después de vender sus tierras, algunas familias adoptan medidas más desesperadas aún. Toman préstamos de los vendedores de droga. Después les venden a sus hijas, operación conocida como “las novias del opio” para pagar la deuda. Y arrendan a sus hijos.

“Sé que está enfadado conmigo. Pero, ¿qué puedo hacer? No me queda nada para vender”, dice Jan Vegum, que ha enviado a su hijo de 14 años a trabajar en la construcción para los traficantes de droga. “Intento parar, pero no puedo, el dolor se hace insoportable”.

El problema se agrava a causa de los vecinos de Afganistán. Irán, situado inmediatamente al oeste, padece el uso de heroína per capita más alto del mundo. Los laboratorios de heroína allí, así como los de Pakistán, al este, utilizan el opio importado de Afganistán. Esos países están ahora exportando adicción a la heroína de regreso a Afganistán, a través de los refugiados que vuelven al país.

Al igual que el opio, la heroína en Afganistán está afectando a familias enteras. Gul Pari, de 13 años, observaba como su madre se colocaba con la heroína cuando ella y su hermano estaban en la escuela primaria. Ahora ella yace en una cama en un centro para el tratamiento de drogadictas de Kabul. Su hermano Zahar, de 15 años, está al otro lado de la ciudad, en una instalación para hombres.

Sus cuerpos son como ramas a punto de quebrarse. La niña de 13 años intenta apoyarse en un codo, pero su brazo no puede sostenerla y cae sobre la almohada. Su escuálido hermano se apoya contra la pared para no desplomarse.

¿Qué sucederá cuando regresen a su hogar? Nadie lo sabe. Viven con su madre –una adicta a la heroína en fase de recuperación- bajo una lona en el patio de una casa abandonada.

Mohammad Asef, un trabajador sanitario de la clínica donde se cuida de Zaihar Pari, dice que está preocupado por las posibilidades de recuperación del niño. “En EEUU la gente va y se coloca en los parques. En Afganistán, lo hacen en casa”, dice Asef. “Lo meten dentro. Lo queman en el horno familiar. Todo el mundo lo ve. Por eso todo el mundo está afectado”.

En Sarab, los aldeanos que no son adictos guardan las distancias con los que lo son. No les invitan a sus casas. Les desaniman de acudir a las reuniones del pueblo. Lo hacen así intentando ponerse en cuarentena ellos mismos.

Beg dice que ha perdido toda la esperanza. Incluso cuando le entierren, sus huesos necesitarán 70 años para que sus huesos se liberen del opio. Su esperanza, dice, son sus nietos, los únicos de su familia que aún no se han convertido en adictos.

Tuesday, August 11, 2009

Hambre de justicia...

Frei Betto.-

Al día de hoy son ya 950 millones las personas amenazadas por el hambre crónica. Eran 800 millones el año pasado. De allá para acá aumentó el número, debido a la expansión del agronegocio, cuyas tecnologías encarecen los alimentos, y a la mayor extensión de áreas destinadas al cultivo de agrocombustibles, producidos para saciar el hambre de las máquinas y no de la gente.

El hambre es lo más letal que ha inventado la injusticia humana. Causa más muertes que todas las guerras. Elimina a cerca de 23 mil vidas al día, ¡casi mil personas por hora! Las principales víctimas son los niños.

Casi nadie muere por falta de alimentos. El ser humano soporta casi todo: políticos corruptos, humillaciones, agresiones, indiferencias, la opulencia de unos pocos. Hasta el plato vacío. Por eso se puede decir que nadie muere por la falta completa de alimentos. Los hambrientos, cuando no tienen nada que comer, llevan a la boca, para engañar al hambre, sobras recogidas en la basura, lagartos, ratones, gatos, hormigas e insectos varios. La falta de vitaminas, carbohidratos y otros nutrientes esenciales debilita el organismo y lo hace vulnerable a las enfermedades. Los niños raquíticos mueren de un sencillo resfriado, por carencia de defensas.

Hay apenas cuatro factores de muerte precoz: accidentes (de trabajo o de tránsito), violencia (asesinato, terrorismo o guerra), enfermedades (cáncer o sida) y hambre. Ésta produce el mayor número de víctimas. Sin embargo es el factor que menos movilizaciones suscita. Hay campañas seguidas contra el terrorismo o para curar el sida, pero ¿quién protesta contra el hambre?

Los miserables no hacen protestas. Sólo quien come se pone en huelga, sale a las calles, manifiesta en público su descontento y reivindicaciones. Como esa gente no sufre amenaza de hambre, los hambrientos son ignorados.

Ahora los líderes de las naciones más ricas y poderosas del mundo, reunidos en el G-8, en L’Aquila, Italia, a principios de junio, decidieron liberar US$ 15 mil millones para aplacar el hambre mundial.

¡Qué cinismo se gasta el G-8! Él es el responsable de que los hambrientos sean multitud. Éstos no existirían si las naciones metropolitanas no adoptasen políticas proteccionistas, barreras aduaneras, transnacionales de agrotóxicos y de semillas transgénicas. No morirían de hambre casi 5 millones de niños al año si el G-8 no manipulase a la OMC, no incentivase la desigualdad social y todo lo que la aumenta: el latifundio, la especulación con los precios de los alimentos, la apropiación privada de la riqueza.

¡Sólo 15 mil millones de dólares! ¿Saben esos señores y señoras del G-8 cuántos millones destinaron para salvar, no a la humanidad, sino al mercado financiero, desde setiembre del 2008 a junio del 2009? ¡Mil veces esa cantidad! 15 mil millones de dólares sirven sólo para ofrecer unos caramelos a algunos hambrientos. Sin contar con que buena parte de esos recursos irá a la bolsa de los corruptos o servirá de moneda de cambio electoral. ‘Le doy un pan, deme un voto’.

Si el G-8 tuviera verdadera intención de erradicar el hambre del mundo promovería cambios en las estructuras mercantilistas que rigen la producción y el comercio mundiales, y canalizaría más recursos hacia las naciones pobres que hacia los agentes del mercado financiero y a la industria bélica.

Si los dueños del mundo quisieran acabar realmente con el hambre declararían el latifundio un crimen de lesa humanidad y permitirían la libre circulación de alimentos, parecido a lo que sucede con el dinero. De igual manera, si tuvieran también el propósito de erradicar el narcotráfico, en vez de agarrar a unos pocos traficantes pondrían sus máquinas de guerra a destruir definitivamente los campos de plantación de marihuana, de coca, de opio y de otros vegetales, transformándolos en áreas de agricultura familiar. Sin materias primas no hay traficante capaz de producir droga.

Decir que el G-8 intenta acabar con el hambre o salvar el planeta de la degradación ambiental equivale a esperar que la próxima Navidad Papá Noel traiga de regalo una vida digna para todos los niños pobres. Tanto es el cinismo, que los líderes mundiales prometen establecer bases de sustentabilidad ambiental a partir del 2050.

Ahora bien, si la naturaleza enseña algo obvio es que, a medio plazo, estaremos todos muertos. Si la Tierra ya perdió un 25% de su capacidad de autorregeneración, ¿qué pasará si la humanidad tiene que esperar otros 40 años para que se tomen medidas eficaces?

Si los que no pasan hambre tuvieran, al menos, hambre de justicia, virtud calificada por Jesús como bienaventuranza, entonces la esperanza en un futuro mejor no sería vana. (Traducción de J.L.Burguet)

- Frei Betto es escritor, autor de “La mosca azul. Reflexión sobre el poder”, entre otros libros.

Más información: http://alainet.org

¿Sabemos amar?

Ligia Minaya.-

Estar enamorado es sinónimo de felicidad. La vida cambia. Todo es tan hermoso. ¿Es el amor la respuesta a la existencia? ¿Por qué entonces se nos escapa la felicidad? ¿Sabemos amar realmente? ¿Vamos detrás de un espejismo? Que el amor existe es una realidad como la vida misma. Nada produce tanto placer como ese sentimiento que nos envuelve y nos eleva. Amar es un arte, dice Eric Fromm, y como arte requiere conocimiento y esfuerzo. Nadie pinta un cuadro sin tener conocimiento de los colores, las dimensiones, la proyección y la luz. Se necesita conocer la teoría y dominar la práctica.

Así sucede en el amor. No sabemos amar porque no hemos aprendido. No sabemos amar porque nos quedamos contemplando el exterior de la persona amada y no nos adentramos en sus sentimientos, sus necesidades y sus deseos. Consideramos que con decirle al ser amado lo mucho que lo queremos, si es que se le dice, con eso basta. ¿Nos preocupamos realmente por conocer a la persona amada? ¿Respetamos sus criterios, sus opiniones y cuidamos de ella?

Por otra parte, consideramos que no nos aman cuando la persona amada no nos complace y se pliega a nuestros deseos. Creemos que se nos debe amar porque "merecemos" ese amor.

El amor tiene como base la autenticidad. Autenticidad en nosotros mismos. Autenticidad en la persona amada. Amar y ser amado requiere despojos de caretas, disfraces, falsedades, y conocimiento, en especial, de uno mismo y de la pareja. Cuando conocemos a fondo al ser amado se produce la alternativa: o lo amamos de verdad o sufrimos la grave decepción del desamor. El personaje no debe opacar a la persona. La primera impresión es el aspecto físico, luego una conversación ligera, y se produce la atracción. Con algunas salidas, una que otra invitación a cenar, sexo, y ya creemos amar a esa persona.

A medida que pasa el tiempo esa persona sigue siendo la misma y nosotros también, sólo que comenzamos a conocernos, y nos va disgustando una que otra cosa, una actitud, un desacuerdo. Queremos entonces controlar lo que nos disgusta haciendo objeciones y poniendo trabas. Nos enoja cuando nos señala las actitudes negativas que tenemos. Es que convivir con una persona es la manera más directa de conocer sus virtudes y defectos. Y salen a relucir los nuestros.

Amar es la base de nuestras vidas. Amar en sus diferentes manifestaciones es la vida misma. Por eso hacer trampas, es engañarnos a nosotros mismos. Porque el amor no da en un día. Es cuestión de tiempo, de conocimiento y respeto al espacio ajeno. No sólo el amor de pareja necesita conocimiento del otro, también con los hijos e hijas, los amigos, los compañeros de trabajo y hasta de la señora del servicio. El amor tiene sus virtudes y sus exigencias. Mantener el fiel de la balanza es cuestión de dos. Nadie cambia a nadie. Ni la mujer al hombre, ni el hombre a la mujer. Pasar por alto los conflictos, buscar arreglos sin llegar al fondo, es una pintura que se descascara fácilmente. ¡Ah el amor! Es cuestión de dos.

¿Nos preocupamos realmente por conocer a la persona amada? ¿Respetamos sus criterios, sus opiniones y cuidamos de ella?

Denver, Colorado

Sunday, August 9, 2009

El futuro de los hipócritas...

Koldo Campos Sagaseta.-

Los hipócritas no tienen rostro, apenas la sonrisa maquillada con que ensamblar la pose y la fachada para poder sumarse al carnaval y simular una apariencia humana.

Los hipócritas no tienen amigos, como mucho otros socios de embozos y emboscadas con quienes tramar complicidades y multiplicar los beneficios.

Los hipócritas no tienen sueños, quizás las alas rotas de tanto otear el suelo, si acaso la utopía a plazo fijo, o la pesadilla del espejo cuando el tiempo se cobre los olvidos.

Los hipócritas no tienen palabras, únicamente voces de artificio, registros de fogueo con que acallar conciencias y maquinar coartadas.

Los hipócritas no tienen vergüenza, la extraviaron delante de sus ojos el día en que aprendieron a ignorarla para no exponerse más a verla.

Los hipócritas no tienen memoria ni conservan archivos de su infamia, que no hay verdad que no deba mentirse ni mentira que no pueda afirmarse.

Los hipócritas no tienen amor, sólo miedo a conocerse y a que los descubran, sólo espanto a que la vida reivindique su pulso y los pulmones dejen salir el aire.

Los hipócritas no tienen Dios, les basta darse golpes en el pecho invocando su nombre en el temor de que alguna vez los oiga.

Los hipócritas no tienen pasado, se conforman con negar las evidencias y esconder sus páginas en blanco, siempre cautivos de la farsa urdida pero a salvo del dictamen de la historia.

Lo único que en una sociedad como la nuestra tienen los hipócritas es... futuro.

Pero, eso sí, un futuro sin rostro, sin amigos, sin sueños, sin palabras, sin vergüenza, sin memoria, sin amor, sin Dios, sin pasado... sin futuro..

El Listín Diario cambia de manos...

Annet Cárdenas.-

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Los rumores iban y venían, pero ninguna información que fuera más o menos veraz salía a la luz. Sin embargo, con los días, los informes oficiosos han ido adquiriendo más fuerza. El periódico centenario de la República Dominicana, el Listín Diario, ya ha sido vendido, según algunas fuentes de entero crédito.

Siempre de acuerdo a esas fuentes, el anuncio de la venta se llevará a cabo a fin de mes, que será cuando los vendedores y los adquirientes tendrán ya firmado el contrato, que comprendería una operación por unos 160 millones de dólares.

¿Qué quiénes son los compradores? Se trata de uno de los conglomerados familiares más poderosos y acaudalados del país: el Grupo Vicini, que se quedaría con el Grupo de Comunicaciones Listín Diario.

Por lo que se ha sabido, el desembolso por el Listín cubriría el pago de la deuda de ese periódico con el Banco Central de la República Dominicana.

Y por supuesto, los mediadores en la operación fueron los de la oficina de Vincho Castillo, copiosa comisión incluida.

Además, Pepín Corripio, también propietario de otro grupo de medios, se quedaría con alrededor de un 5 por ciento de las acciones de Listín. Con una cantidad semejante, asimismo permanecería Micalo Bermúdez, miembro del Comité Central del gobernante Partido de la Liberación Dominicana, y también como especie de representante del “tanque pensante” del PLD, la todopoderosa Fundación Global.

Mis informantes me han dicho que la firma auditora a la que encargaron la tasación del grupo de medios Listín Diario fue la prestigiosa Pricewaterhouse Coopers, que para determinar el valor del grupo analizó las diversas empresas que le pertenecían.

Detrás de la operación, se oculta una complicada transacción financiera para satisfacer la deuda con el Banco Central, reconocida en unos tres mil millones de pesos, que sería pagada parcialmente en un inicio, y el resto se desembolsaría en un plazo de diez años.

Claro está, los nuevos dueños traen a su personal, y por eso, de acuerdo a las informaciones de que disponemos, el flamante director del Listín Diario sería el economista Hugo Guiliani Cury, quien actualmente se desempeña como embajador dominicano en los Emiratos Árabes.

¡Ojalá que tantos cambios en esta etapa de huracanes para los periodistas, no afecten a mis colegas en el Listín!