La leyenda cuenta que los viajeros usaban amuletos para protegerse de los galipotes al pasar por algunas comunidades.
La tradición mágica que cuenta del poder de hombres que pueden convertirse en animales, se materializa en nuestras leyendas en la figura del galipote.
No obstante, también se llama galipote a aquel hombre que se convierte en objetos inanimados, como troncos de árboles y piedras, a aquel que transfiere su conciencia a un animal, y al que por poderes mágicos han convertido en un animal para diversos fines.
Según la creencia los galipotes son crueles y violentos, de una fuerza tremenda y de una inmunidad increíble a las armas.
Otras leyendas aseguran que a estas criaturas solo les gusta hacer maldades a la gente, tales como impedir el paso a caminantes nocturnos, extraviarles el camino o espantarlos en las zonas oscuras.
No pocos parajes del país son tenidos como lugares de galipotes, y cuando es menester atravesarlos el viajero se vale de conjuros y amuletos para ahuyentar a estos seres.
El galipote que se convierte en perro se denomina lugaru. Este vocablo proviene del francés loup-garou, que designa al legendario hombre lobo o lobizón de la leyenda licantrópica universal.
Nuestro lugaru es una herencia de la tradición mágica europea con algunos elementos africanos, y como no hay lobos en el caribe, es el perro el que la encarna. Por otro lado, el galipote que camina dando zancadas de gran altura o vuela convertido en ave nocturna, se denomina zangano o zancu.
Se cuenta que este ser succiona la sangre de los niños durante las noches y es vinculado a supuestas actividades sexuales con infantes.
Dicen que también puede hacerse invisible. Los conocedores de estos seres, sostienen que solo son inmunes a la rama de un árbol llamado popularmente "palo de cruz", que tiene que ser cortada un Viernes Santo.