Por: Hilda Arzeno
Hay miércoles, jueves o domingos que es mejor permanecer bajo los escombros de una sabana vieja con olor a ti, que salir al mundo real a pensar y lamentar no estar mejor que Juan o la loca que camina desnuda todo el malecón. Y resulta que la cotidianidad huele mal, nos acostumbramos al mismo discurso, a vivir de asalariados, en un sub-mundo donde las musas saben a mierda y donde trabajar por pasión resulta cliché. Vivo en el mundo real, ese de levantarse temprano a buscar con que vivir para algún día tener un cuarto de docena de hijos a quienes mentirles diciéndoles que en esta patria se puede adelantar, se puede ser bueno, sin ser político, ladrón o narcotraficantes, soberbias mentiras, idiota tu que te crees ese cuento.
Las noches son iguales para todos los pobres. Los mosquitos, Sí esos malditos que te pican justo cuando no hay luz y los ojos se cierran por el cansancio o cuando aún se está alelado por la hartura de arroz del que quedo al medio día. Sí porque así vivimos los pobres, incluso aquellos que nos colamos al saco de clase media porque ganamos algunos centavos, pero resulta que calidad de vida es una frase para consolar la impotencia de vivir en país que da asco cuando se conocen sus entrañas y la realidad de su gente. Gente como tú y como yo que vive jodida, Sí bien jodida, creyendo en políticos que hacen campaña para prometer, para ilusionar conciencias, para aligerar esperanzas, pero siempre es la misma mierda. Hoy no escribo como dominicana. Escribo como mujer, como hija, como amiga, como hermana, como prima, como una ciudadana que no creció en cuna de oro, que no es amante del sushi ni la langosta. Que desde siempre conoció el olor del barrio, los ruidos que hacemos los pobres cuando en las noches no hay luz, cuando la ira abruma porque en la casa los cuartos no alcanzan. Esa misma mujer que tiene tías, primas y amigos que viven jodidamente peor que yo, que saben bien que esta patria de cartón solo algunos la disfrutan.
Este país no es un país, se ha convertido en un Paquito de verdades dibujadas y campañas de promoción bien efectivas. Mi querida patria, que ya no es mía. Es de los ladronasos que la gobiernan y de una que otras patrias que se inmiscuyen en lo que no les incumbe. Que dirían quienes la liberaron, que queda de ese sentido de pertenencia, donde está. Este no es mi país, este mismo donde la prensa calla lo que debe decir, donde los médicos no atienden a quienes no tienen cuarto, este país donde los pobres no son más que una vaina que no le importa a nadie.
Donde quienes son capaces de dar algo hacen alarde de su esplendidez haciendo comerciales con tarjeticas, canasticas, funditas y cual porquería se les ocurre para callar barrigas vacías y mentes sin rumbos, porque es lo que produce una patria sin oportunidades y un país a la deriva. O pregunto qué pasaría si todos los dominicanos tuvieran una visa para irse de este país, que es un paraíso secuestrado por los políticos. Qué pasaría si todos levantáramos la voz y dijéramos que estamos hartos de tanta corrupción, de tanta inseguridad, de tantas mentiras, de tantos atropellos, que pasaría si de verdad esto fuera un país y no un pedazo de patio gobernado por narcos.