Saturday, December 11, 2010

LA PATRIA, CON OTRA MIRADA...

Ligia Minaya, Escritora

Dicen que desde dentro no se ve bien el bosque. Y así parece. Cuando una está lejos la añoranza arropa. Ve lo positivo de las cosas. Recuerda tan solo los momentos gratos. Y yo, desde aquí y también estando allá de vacaciones, veo a los dominicanos y a las dominicanas como seres muy fuertes, casi perfectos, alegres y solidarios. Comparo la gente de a pie de mi país con los de aquí. Con estos que lo tienen todo, o casi todo y no son tan fuertes como nosotros. Aquí, si son madres solteras, tienen acceso a un apartamento, comida para el niño, escuela gratis, medicinas, sólo para dar un ejemplo. En mi país, no. Pero la dominicana, se la busca, de cualquier forma: vende comida, ropa, trabaja como sirvienta, no tiene apoyo de ningún lado, y aun así, sigue adelante, subsiste, sonríe, canta, baila y saca a sus hijos adelante. Es sólo un ejemplo.

Los dominicanos, sin agua, sin luz, con miles de problemas, se levantan temprano, se montan en una guagua destartalada para llegar al trabajo, si es que lo tienen. Aun así, disfrutan de la vida, se dan un trago, bachatean, hacen cherchas con los amigos, y se ríen de lo que está pasando, que no es buena cosa. Y algo más que admiro de los míos: Si son gordos y gordas, tienen las carnes apretadas, se ponen pantalones que les moldean el cuerpo, no importa si le sale parte de la barriga o unas empellas por los lados. Me encanta ver a esas mulatas gordas con ropas de colores, maquilladas, el pelo al viento, caminando como si fueran modelos de pasarelas.

Hay una encuesta que dice que los dominicanos somos de las personas más alegres del mundo. Y eso es verdad. Somos merengueros, bebedores de tragos, de colmadones, de cerveza vestida de novia, de hablar con desconocidos, de playas y matas de coco, de yaniqueques y pescado frito, de café caliente y fuerte, dulce de guayaba, aguacate con mangú y queso frito, chocolate caliente, arroz, frijoles y carne guisada, pan de agua y sobao, empanadas de yuca, guineos en las esquinas, música altísima, vecinos que se hablan de ventana a ventana, andar por las calles aun haya violencia, de amigos de siempre, de reír a carcajadas, de decir malas palabras que no tiene nada malo, de sol de siempre, de Semana Santa de vacaciones y procesiones, ir a misa los domingos y luego ir a comer al restaurante o a casa de la abuela, de salchichón frito, tostones, moros y locrios. Y eso nos hace felices, contentos, a pesar de los pesares.

Es que la Patria, además de la Bandera, el Escudo, el Himno Nacional, los Padres de la Patria, la Historia, las Fiestas Patrias, la geografía, las leyes (que no se cumplen), es olor, sabor, sentimientos, sonidos, flores y campos, árboles y ríos, recuerdos gratos y miles de cosas más. Me siento orgullosa de ser dominicana cuando veo a mi gente ser como que es. Es el lado positivo. Un pueblo que ha sobrevivido a los embates de la vida, al que ha querido destrozarlo. Los dominicanos somos lo que somos, y a mucha honra. Y al que le pique, que se rasque.

Me siento orgullosa de ser dominicana cuando veo a mi gente ser como es. Es el lado positivo. Un pueblo que ha sobrevivido a los embates de la vida, al que ha querido destrozarlo.

Denver, Colorado