Un abrazo es lo mejor que se puede dar a otra persona, ya sea en un momento de tristeza, de derrota, de felicitación, de despedida y hasta cuando la muerte nos rodea. La unión de dos cuerpos fundidos en el tejido de unos brazos, no sé qué medicina contiene, pero sé que alivia de los males, del llanto, del dolor y nos trasmite un aliento que nos eleva por encima de cualquier mal. Cuando un hombre abraza a una mujer con ternura, trasmite en su lenguaje algo indescriptible que no tiene palabras para describirlo. Y si ese abrazo lleva a unas manos hasta la espalda y la recorre con suavidad, la sensación y el sentimiento que desata tampoco tiene adjetivos que digan a fondo lo que se siente. El abrazo trae una energía desde quien lo da, y genera una placidez en quien lo recibe, que no creo que exista alguien que lo pueda descifrar.
Hay todas clases de abrazos, desde los de plas, plas, plas, que se dan los políticos y los banqueros, hasta los abrazos rotos de Almodóvar. La fusión en un abrazo tiene su lenguaje y solo lo conocen dos cuerpos que se abrazan. Es cierto que hay abrazos que más bien son puñales que te desgarran el alma, como aquel que da quien te traiciona, quien te miente, los que dan los falsos, los mediocres, los canallas, pero ese tiene su lenguaje. Por más que apriete, que empalague, no trasmite nada más que un nudo de mentiras, invisible, aun así palpables. Está el abrazo del oso ¡pobre oso! que te deja la marca de una garra. Un abrazo estridente, apretado, sonoro, que no dice nada, solo aprieta.
Falsedad aparte, el abrazo es la comunión de dos almas que se aman, sea amor entre hombre y mujer, entre amigos o amigas, familia, madre, padre e hijos, hermanos o de un conocido que siente la necesidad de fundir su complicidad, su solidaridad contigo, en un abrazo. ¿Cuántas veces no hemos abrazado a un extraño, alguien a quien la vida ha dado un golpe duro, otro a quien los días han traído un buen regalo? ¿No ha abrazado usted a alguien que está a su lado sin saber su origen o procedencia? No, pues hágalo. El otro se extrañará, pero pasada la extrañeza, se sentirá feliz.
Quizás el comienzo de una reconciliación de pareja deba comenzar con un abrazo, y luego hablar. Tal vez el final de una relación deba ser con un abrazo. O entregar un regalo tenga por comienzo un abrazo. La noche debería terminar con un abrazo. El día comenzar con otro abrazo. Iniciar la cena, el almuerzo o el desayuno debería tener como aperitivo un abrazo. Y junto al abrazo, unas manos que rueden con ternura por la espalda. Y si a esto añadimos el recostar la cabeza en el hombro del otro sería la felicidad completa. Nada da tanto alivio como llorar abrazada y con la cabeza apoyada en el hombro ajeno, nada da tanto placer como reír o festejar entre unos brazos.
Si los hombres supieran cuánto significa un abrazo para la mujer amada, la abrazarían más. Porque un abrazo tiene el potencial de decirlo todo, a su tiempo, a su modo, algo que sólo la mujer abrazada sabe interpretar.
Si los hombres supieran cuánto significa un abrazo para la mujer amada, la abrazarían más. Porque un abrazo tiene el potencial de decirlo todo, a su tiempo, a su modo, algo que sólo la mujer abrazada sabe interpretar.
Denver, Colorado