Colombo
Ayer, ante el Primer Foro Binacional de Invernaderos República Dominicana-Haití, que propone una promisoria alianza de negocios, reiteré lo que he dicho y lo que digo: Haití está ahí. Del otro lado de la frontera. En la isla de Santo Domingo o Saint Domingue, como usted quiera mirarlo. Al Oeste de República Dominicana, que es un país situado al Este de Haití, si es que con la globalización y el mundo unipolar la rosa de los vientos no ha cambiado. Es una república embargada, ciertamente, pero es una república tan grande y real como sus veintisiete mil kilómetros cuadrados. Tiene un territorio y, como diría Pedro Mir, "un buen pedazo de cielo" que cobija a todos sus humanos. Tiene un gobierno débil, pero cuyo deber es hacer valer las aspiraciones de los haitianos. Haití ha tenido un sueño de felicidad por mucho tiempo pateado, pero sigue teniendo ese sueño. Tiene una historia heroica, como son las historias de todos los pueblos, y tiene también poetas esperanzados. Tiene venas telúricas derruidas, que son las mismas que nosotros pisamos. Haití siempre necesitará el apoyo de un buen vecino sensible ante su condición de pueblo derrotado. Si no vemos hacia Haití con ese espíritu, con la decisión de asumir un compromiso solidario, de nada servirá ningún tratado, ningún discurso retórico, ningún compromiso formal, ningún protocolo diplomático.
Ayer, ante el Primer Foro Binacional de Invernaderos República Dominicana-Haití, que propone una promisoria alianza de negocios, reiteré lo que he dicho y lo que digo: Haití está ahí. Del otro lado de la frontera. En la isla de Santo Domingo o Saint Domingue, como usted quiera mirarlo. Al Oeste de República Dominicana, que es un país situado al Este de Haití, si es que con la globalización y el mundo unipolar la rosa de los vientos no ha cambiado. Es una república embargada, ciertamente, pero es una república tan grande y real como sus veintisiete mil kilómetros cuadrados. Tiene un territorio y, como diría Pedro Mir, "un buen pedazo de cielo" que cobija a todos sus humanos. Tiene un gobierno débil, pero cuyo deber es hacer valer las aspiraciones de los haitianos. Haití ha tenido un sueño de felicidad por mucho tiempo pateado, pero sigue teniendo ese sueño. Tiene una historia heroica, como son las historias de todos los pueblos, y tiene también poetas esperanzados. Tiene venas telúricas derruidas, que son las mismas que nosotros pisamos. Haití siempre necesitará el apoyo de un buen vecino sensible ante su condición de pueblo derrotado. Si no vemos hacia Haití con ese espíritu, con la decisión de asumir un compromiso solidario, de nada servirá ningún tratado, ningún discurso retórico, ningún compromiso formal, ningún protocolo diplomático.