La paciencia criolla es virtud cívica o preocupante desinterés. La historia política nacional, en su mayor parte, es una historia de espera. Esta nación es Penélope sentada en el andén de los acontecimientos. El tren de las cosas cotidianas monta y desmonta situaciones que deberían llamar nuestra atención. Una reforma constitucional o un escándalo político no alcanzan a sacarla de su letargo. No participamos de lo bueno, pero tampoco protestamos por lo malo. La vida pública nos pasa por delante como una procesión. Lo peor, seguimos esperando sin saber que el féretro no es de otro. Nos entierran en calma.
hfigueroa@diariolibre.com
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