Tokio. Cuando se cumplen cien años del nacimiento del director Akira Kurosawa, "el emperador" del celuloide nipón, el legado de este japonés perfeccionista, complejo y de genio brusco sigue vivo en muchas de las producciones del cine actual.
"Lo occidental y lo japonés conviven codo con codo en mi mente, sin el menor sentimiento de conflicto", aseguraba el gran maestro del cine nipón, cuyo centenario se cumple este martes, sin que se hayan anunciado grandes eventos en Tokio, su ciudad natal.
Lo cierto es que durante muchos años la obra de Kurosawa tuvo más admiradores en el mundo occidental que en Japón, donde ahora, un siglo después de su nacimiento, se recuerda al que fuera uno de sus directores más grandes con orgullo, pero sin actos institucionales de relieve.
Las celebraciones se han visto ensombrecidas por el escándalo que ha salpicado a la Fundación Akira Kurosawa. Las autoridades investigan el paradero de unos 3 millones de euros de su patrimonio -que podría estar en riesgo de bancarrota- y el papel de su hijo Hisao, de 65 años.
De EFE