De cierto modo, John Tate puede ser considerado como el padre de la encriptación de datos. Uno de los métodos para asegurar la transmisión de información por Internet es el uso de claves de encriptación basadas en números de 200 dígitos que son múltiplos de dos números primos. Gracias al trabajo de Tate, los algoritmos pueden generar fácilmente estos números para propósitos de codificación. Sin embargo, aún no existen algoritmos capaces de hacer la tarea opuesta, lo que hace imposible para los hackers romper la encriptación. De acuerdo con el matemático Ian Stewart, tratar de hallar los primos constituyentes de un número de 200 dígitos “tomaría más tiempo que la edad del Universo”.
La teoría de Tate también está detrás de los códigos que permiten a la información digital corrompida ser reconstruida. “Cuando manejas escuchando tu música y caes en un bache, la razón por la que tu CD no salta de canción es gracias a estos códigos de corrección de error”, señala Stewart. Este trabajo también ayudó a la resolución del Último Teorema de Fermat. El teorema fue formulado en 1637, pero no fue probado hasta 1993 por Andrew Wiles, apoyado en la teoría de números algebraicos.
“En los años 1950s, la mayoría de los matemáticas hubiera coincido en que la teoría de números no era particulamente útil, pero entonces llegó la computadora”, menciona Stewart. Cincuenta años después, actividades en línea como las transacciones bancarias, el intercambio de correos electrónicos, y otras transferencias de información son indispensables para la vida cotidiana. ¿Imaginan cómo sería sin estas comodidades? Agradezcamos a la mente brillante de John Tate.