Wednesday, March 10, 2010

Prohibido prohibir...

De Manuel Matos Moquete

¿Qué peligro para el pueblo dominicano puede ser mayor que la dictadura de Trujillo o las ocupaciones extranjeras de haitianos, franceses, españoles y norteamericanos? Ninguno.

Todas esas amenazas han sido combatidas y derrotadas. Y como reza nuestro Himno Nacional: "Y se fuere mil veces esclavo otras tantas ser libre sabrá."

Conociendo esa capacidad de nuestro pueblo, no veo el gran peligro para nosotros y para nuestra democracia en el hecho de difundir un libro de cuyo título no quiero acordarme. Sobre todo, tratándose de un material que no encierra ninguna verdad como afirman quienes lo han leído, el cual ha sido calificado de libelo, infamia y puras mentiras.

Por eso, no entiendo la alharaca que se ha hecho en torno al libro de Angelita Trujillo, impidiendo su puesta en circulación y tratando de impedir su venta y por tanto su lectura en el país. ¿Qué tan destructor podría ser para la democracia y las libertades?

La actitud de intolerancia ante ese libro debe llevarnos a reflexionar. Es preciso preguntarse: ¿es tan débil nuestra democracia que una publicación es capaz de ponerla en peligro? ¿O es que estamos reproduciendo las conductas de la dictadura de Trujillo? ¿Si hay agravio contra alguien, por qué no se pone ese asunto en mano de los tribunales, tal como indican las leyes?

Prohibir es el verbo más conjugado en las dictaduras, la palabra más acariciada. Las prohibiciones se multiplican, comenzando por las esenciales, aquéllas que corresponden a la opinión: Prohibido opinar, expresarse, comunicar, disentir, publicar, etc.

La lógica es rotunda: debe existir un pensamiento único, la verdad única, la única versión de la vida y las cosas, de la misma manera que existe un gobierno único: un jefe único, un partido único y una opinión única.

A eso se llama absolutismo. Y fue lo que caracterizó a Hitler, Trujillo, Stalin, etc. Y es lo que, lamentablemente, todavía existe en algunos países de Nuestra América, Asia, África y el Medio Oriente, en donde imperan dictaduras de izquierda o de derecha.


No es eso lo que existe en la República Dominicana. Aquí existe un régimen democrático, con sus enormes carencias por todos conocidas: injusticia social, limitaciones de los derechos fundamentales de la mayoría de la población, corrupción galopante, etc.

Sin embargo, dentro de las debilidades de la democracia, los dominicanos hemos obtenido una conquista muy valiosa: los derechos de opinión. Esos son los derechos que las dictaduras suprimen en primer lugar.

Aquí la consigna deber ser: se prohíbe prohibir la circulación de las ideas.

matosmoquete@hotmail.com