Rebelión
Hubo presidentes que, a su paso por la llamada silla de alfileres, dejaron lucrativos negocios en manos de allegados y parientes.
También los hubo que dejaron bancarrotas, deudas acumuladas, gastos contables e incontables, contratos fraudulentos, erarios distraídos, solares yermos.
Y hubo quien, a su paso, por no dejar no dejó ni aspavientos. Viudas en todo caso, muchas viudas y huérfanos, hijos bastardos y páginas en blanco.
(Hoy, 17 de marzo, se cumplen 35 años del asesinato en Santo Domingo, de Orlando Martínez, periodista de El Nacional. En sus memorias, las “memorias de un cortesano de la era de Trujillo”, el entonces presidente Balaguer, al referirse al asesinato del comunicador que se había convertido en su principal fustigador, optó por dejar esas páginas en blanco a la espera de que, a su muerte, alguien de su confianza cumpliera con la encomienda de reconocer sus culpas y revelara los nombres de los demás implicados. Hace ya algunos años que murió Balaguer y nadie ha confesado. Poco importa al cabo porque nadie, excepto la justicia, desconoce la responsabilidad de Balaguer en éste y otros muchos crímenes y el pelotón de matarifes de los que se auxilió.
Hubo presidentes que, a su paso por la llamada silla de alfileres, dejaron lucrativos negocios en manos de allegados y parientes.
También los hubo que dejaron bancarrotas, deudas acumuladas, gastos contables e incontables, contratos fraudulentos, erarios distraídos, solares yermos.
Y hubo quien, a su paso, por no dejar no dejó ni aspavientos. Viudas en todo caso, muchas viudas y huérfanos, hijos bastardos y páginas en blanco.
(Hoy, 17 de marzo, se cumplen 35 años del asesinato en Santo Domingo, de Orlando Martínez, periodista de El Nacional. En sus memorias, las “memorias de un cortesano de la era de Trujillo”, el entonces presidente Balaguer, al referirse al asesinato del comunicador que se había convertido en su principal fustigador, optó por dejar esas páginas en blanco a la espera de que, a su muerte, alguien de su confianza cumpliera con la encomienda de reconocer sus culpas y revelara los nombres de los demás implicados. Hace ya algunos años que murió Balaguer y nadie ha confesado. Poco importa al cabo porque nadie, excepto la justicia, desconoce la responsabilidad de Balaguer en éste y otros muchos crímenes y el pelotón de matarifes de los que se auxilió.