Alberto Salazar.-
Por sus trabajos en los años setenta para desarrollar los protocolos de comunicación de la red Arpanet, Vinton G. Cerf es hoy conocido con el apodo de “padre de la Internet”. Cerf es un científico que ahora trabaja para Google, pero que reconoce que la red de redes se desarrolló sobre un conjunto de supuestos que no siempre se cumplen. Para aquella época, ni él ni nadie más podía prever el impacto mundial que ejercería la Internet cuarenta años más tarde.
Para ese entonces, Cerf y muchas más, tenían muchos problemas técnicos que resolver para que la red funcionara y tampoco pensaban que la misma sería usada por la población mundial, ni que serviría de plataforma instrumental para el comercio y los negocios electrónicos. Sin embargo, el padre de la red de redes ha reconocido que un código de conducta es ideal para evitar que el artificio digital que hoy se extiende por todo el planeta sea usado con malas intenciones. “ El poder de la Internet es como una espada de dos filos. También se puede usar para entregar información errónea y opiniones no corroboradas con la misma facilidad que se hace lo contrario. La seriedad y la falta de reflexión coexisten en ese universo electrónico de la Internet. ” [1] Seguidamente Cerf recomienda usar el pensamiento crítico como el instrumento ideal para tratar con ese fenómeno y más adelante llega a agregar: “ Esta es una oportunidad para educar a todos nosotros. Realmente es necesario pensar en lo que vemos y oímos. Debemos evaluar y seleccionar. Debemos elegir a nuestros guías. ”
La misma orientación ha sido sostenida también por otros estudiosos del tema; así por ejemplo, Umberto Eco este año dijo en una conferencia: “ es mejor educar a la gente en usar críticamente la libertad que no reducir la libertad ” [2] refiriéndose específicamente a educar en el uso de la Internet. Se puede entonces deducir de esa frase que si no educamos a usar críticamente la enorme libertad que ofrece la red, entonces podríamos vernos obligados a dejar que gente abuse de tal derecho o algo peor, a tener que restringirlo.
De manera que resulta importante formar ciudadanos que no crean cuanto cuento les llega por la red. Educar para que los usuarios no se hagan eco de cada mensaje de e-mail que les llega informando de un inminente terremoto o de un padre que busca a su niño por todo el mundo. Que la gente antes de reenviar un mensaje que recién recibió, reflexione un instante y trata de determinar si está siendo sorprendido en su buena fe. Que dude y busque pruebas de que la noticia sobre la boda múltiple musulmana que acaba de leer es realmente cierta [3]. Que no se crea el cuento de la donación de dinero para evitar una muerte o que no se alarme por alguna nueva de que un terrible virus de computadoras está borrando millones de discos duros en solo minutos. En otras palabras, hay que educar para no caer víctima de los bulos o engaños masivos cibernéticos [4] o de cualquier variación que use la ingeniería social. Y la escuela deberá ser el primer lugar dónde el estado comience con ese tipo de instrucción.
Pero mientras tanto, más que demandar nuevas leyes para regular la Internet, hay que exigir responsabilidades a quienes ya hoy usan la red. Y para eso ya disponemos de numerosas leyes en nuestro país. Si un sitio web, un portal, un blog, un foro electrónico u algo parecido, emite mentiras y provee trampas para crear zozobra en la población, dicho sitio puede ser sancionado con las mismas leyes que aplican en otros medios de comunicación masivos. Más aún, los dueños, moderadores, administradores técnicos o cualquiera que haga el papel de responsable de contenido, debería tomar cartas en el asunto para evitar que tal acción continúe; en modo semejante a como un moderador de televisión o radio hace hoy para evitar que algún participante viole la ley y genere problemas que dañan la seguridad de la nación.
De forma que al igual que no es recomendable cerrar un foro digital por uno o más vándalos cibernéticos que sabotean la buena participación, no es adecuado sancionar a toda una comunidad virtual por algunos irresponsables que abusen de un medio en la Internet. Ahora bien, si los responsables por mantener funcionando correctamente el sitio de comunicación digital no asumen sus responsabilidades, entonces si se podría sancionar el mismo. Es decir, acerca de las recientes declaraciones del presidente Chávez sobre el caso de la campaña de mensajes falsos en “Noticiero Digital” [5], se puede afirmar que, si los responsables por mantener ese medio no cooperan con el estado para identificar y sancionar a quienes abusan de ese medio electrónico, entonces si estaría justificado aplicarle la sanción del caso, incluso clausurarle si la ley así lo establece.
Debe recordarse además, que esa sanción que con otros medios resulta drástica, en la Internet podría no tener el mismo impacto, ya que una comunidad podría crear de inmediato otro foro virtual y continuar en dicha instancia digital cometiendo delitos. Y repetir tal conducta de ser necesario; por ello en el tema no se debe improvisar.
Por otra parte, la identificación exacta de los usuarios en la Internet no siempre es fácil de instrumentar y resulta común ver que, para que ésta pueda ser provista en caso de que se violente la ley, numerosas medidas técnicas deberán ser instrumentadas previamente. Allí si resulta beneficioso dictaminar una ley. Una ley que obligue a los proveedores o prestadores de servicios en la red, a que dispongan de una plataforma para evitar que se abuse del poder que provee a cualquiera la Internet, y facilitar la aplicación de la ley; ello si podría ser bien útil. Este tipo de regulaciones incluirán por supuesto un gran contenido técnico que deberá ser discutido amplia y racionalmente, ya que temas como la privacidad de la información de los usuarios podría verse perjudicados. Ese es el lamentable caso de las regulaciones que la administración de Bush y ahora Obama han implementado en EEUU y que pretenden se extienda por el mundo. Ellos han hecho uso de los aparatos de inteligencia gubernamentales, como la NSA, para cometer tales actos. Para nuestro problema, que debería ser manejado en forma distinta, la regulación a la red, más que ser efectuada por los gobiernos podría ser instrumentada por los prestadores de servicios, bajo la vigilancia efectiva del estado.
Finalmente, a la larga y si se ha educado a la gente, la misma ciudadanía debería execrar a quienes abusen de los mecanismos virtuales, en modo semejante a como haría en el mundo real. La Internet mal que bien ya está entre nosotros, y cada día los estados regulan los delitos que con ella se pueden cometer, más que regular la misma Internet de por sí. Es el mal uso, lo que se debe evitar y no controlar el uso apropiado de un medio. Al igual que se evita que se usen los automóviles para atropellar y cometer crímenes, hay que generar un mínimo marco de controles para ello; controles que no impidan a los buenos conductores que usen y disfruten de los sistemas vehiculares.
Reconozcamos entonces que la red de redes llegó para quedarse y que somos sus artífices. De modo que pongamos cuidadosamente en práctica las medidas e instrumentos justos para evitar que una minoría realice crímenes con ella. Recordemos la frase que el escritor francés Antoine de Saint-Exupery pone en su libro El Principito: “Uno es para siempre responsable de lo que domestica.” Domestiquemos pues, la red sin restringir la libertad de quienes la usan responsablemente.