De Ligia Minaya
El libro de El Despertar de la Mujer Consciente, del que comencé a hablarles, está escrito para que cualquier mujer pueda ver reflejadas en él sus propias necesidades y encontrarle respuestas. El proceso de despertar, de emerger como mujer, es una danza maravillosa, un movimiento hacia la plenitud y el júbilo, que se acompaña con una música de fondo permanente; de manera que, a medida que vas oyendo la melodía, el movimiento se irá haciendo más suave y armonioso. El primer paso es querer llamar a las cosas por su nombre: identificar con claridad dónde estás y cuáles son tus problemas. En segundo lugar, aceptar que lo que eres y si lo que has hecho hasta el momento está bien. Tercer punto: ábrete a todas las posibilidades, a tu potencial y al poder que tienes. La danza conlleva muchos cambios de ánimo porque eres compleja, complicada y sensible, pero te hará volver a tu corazón, a tu hogar interno, desde donde por fin podrás afirmar la plena soberanía de tu autoridad interna, de tu maestría.
Muévete a tu propia velocidad, a tu propio ritmo. Quizás quieras dejar algunos pasos para más adelante, de cualquier forma, estarán disponibles para ti cuando estés preparada para darlos. Todas sabemos que en nuestro interior existen aspectos que nos dan miedo, de hecho tememos que aparezcan cuando menos los deseamos. Como mujeres, podemos optar o elegir; es como descubrir que contamos con una bellísima paleta de colores y tenemos la posibilidad de seleccionar un color o combinación de colores que resulten apropiados para una circunstancia o situación determinada. Con demasiada frecuencia pintamos el lienzo de nuestra propia vida con unos pocos colores que nos resultan familiares y seguros, cuando en realidad existen infinidad de matices y tonalidades. Nos ponemos límites cuando podríamos crear una obra de arte.
Tómate unos minutos para examinar la última semana de tu vida. Piensa en tus esquemas, en tus estados de ánimo, charla contigo misma ¿Le recomendarías a una amiga que viviese cómo tú lo has hecho? ¿O la tratarías del mismo modo en que lo hacen contigo? Concéntrate un momento y piensa en las personas que admiras y aprecias ¿Cómo le darías la bienvenida? ¿Qué harías para hacerla sentir a gusto, apreciada y estimada? Ahora, piensa y compara con el modo en que te tratas a ti misma. Respira hondo, una y otra vez, y otra, y otra más, y piensa en lo que te gusta de ti misma y en lo que quieres cambiar. Entonces, comienza a danzar a través de todo, y finalmente por encima de todo. Dancemos juntas, con el corazón abierto.
Me he permitido hacer esta sugerencia a mis lectoras pensando en que a las mujeres se nos imponen reglas y preceptos, sin pensar en que cada una es distinta y ser mujer es una exquisita danza que debemos aprender por nosotras mismas para disfrutar de la vida y no permitir que nadie nos esclavice. Este libro es único en su género. Lo encontré, como siempre sucede, mientras buscaba otros, y quise compartirlo con ustedes, mis lectoras.
Con demasiada frecuencia pintamos el lienzo de nuestra propia vida con unos pocos colores que nos resultan familiares y seguros, cuando en realidad existen infinidad de matices y tonalidades. Nos ponemos límites cuando podríamos crear una obra de arte.
El libro de El Despertar de la Mujer Consciente, del que comencé a hablarles, está escrito para que cualquier mujer pueda ver reflejadas en él sus propias necesidades y encontrarle respuestas. El proceso de despertar, de emerger como mujer, es una danza maravillosa, un movimiento hacia la plenitud y el júbilo, que se acompaña con una música de fondo permanente; de manera que, a medida que vas oyendo la melodía, el movimiento se irá haciendo más suave y armonioso. El primer paso es querer llamar a las cosas por su nombre: identificar con claridad dónde estás y cuáles son tus problemas. En segundo lugar, aceptar que lo que eres y si lo que has hecho hasta el momento está bien. Tercer punto: ábrete a todas las posibilidades, a tu potencial y al poder que tienes. La danza conlleva muchos cambios de ánimo porque eres compleja, complicada y sensible, pero te hará volver a tu corazón, a tu hogar interno, desde donde por fin podrás afirmar la plena soberanía de tu autoridad interna, de tu maestría.
Muévete a tu propia velocidad, a tu propio ritmo. Quizás quieras dejar algunos pasos para más adelante, de cualquier forma, estarán disponibles para ti cuando estés preparada para darlos. Todas sabemos que en nuestro interior existen aspectos que nos dan miedo, de hecho tememos que aparezcan cuando menos los deseamos. Como mujeres, podemos optar o elegir; es como descubrir que contamos con una bellísima paleta de colores y tenemos la posibilidad de seleccionar un color o combinación de colores que resulten apropiados para una circunstancia o situación determinada. Con demasiada frecuencia pintamos el lienzo de nuestra propia vida con unos pocos colores que nos resultan familiares y seguros, cuando en realidad existen infinidad de matices y tonalidades. Nos ponemos límites cuando podríamos crear una obra de arte.
Tómate unos minutos para examinar la última semana de tu vida. Piensa en tus esquemas, en tus estados de ánimo, charla contigo misma ¿Le recomendarías a una amiga que viviese cómo tú lo has hecho? ¿O la tratarías del mismo modo en que lo hacen contigo? Concéntrate un momento y piensa en las personas que admiras y aprecias ¿Cómo le darías la bienvenida? ¿Qué harías para hacerla sentir a gusto, apreciada y estimada? Ahora, piensa y compara con el modo en que te tratas a ti misma. Respira hondo, una y otra vez, y otra, y otra más, y piensa en lo que te gusta de ti misma y en lo que quieres cambiar. Entonces, comienza a danzar a través de todo, y finalmente por encima de todo. Dancemos juntas, con el corazón abierto.
Me he permitido hacer esta sugerencia a mis lectoras pensando en que a las mujeres se nos imponen reglas y preceptos, sin pensar en que cada una es distinta y ser mujer es una exquisita danza que debemos aprender por nosotras mismas para disfrutar de la vida y no permitir que nadie nos esclavice. Este libro es único en su género. Lo encontré, como siempre sucede, mientras buscaba otros, y quise compartirlo con ustedes, mis lectoras.
Con demasiada frecuencia pintamos el lienzo de nuestra propia vida con unos pocos colores que nos resultan familiares y seguros, cuando en realidad existen infinidad de matices y tonalidades. Nos ponemos límites cuando podríamos crear una obra de arte.