¿Cuánto acabará costándole al mundo el cambio climático? No es de sorprenderse que los estimados varíen grandemente. El Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) estima que costará entre US$49 mil millones y US$171 mil millones cada año. Un equipo de investigadores del Instituto Grantham para el Cambio Climático del Imperial College London publicó un informe que dice que el UNFCCC lo ha subestimado por un factor de 2 ó 3. Señalan que entre 1996 y 2005, los daños anuales ocasionados por huracanes, fuegos y otras condiciones extremas del clima ya promedian más de US$50 mil millones por año. Sin embargo muy pocos gobiernos están deseosos de gastar siquiera una fracción de ese monto en mantenimiento preventivo. Observe la frivolidad con que se trata el tema del cambio climático; o la negligencia en el mantenimiento de los diques de Nueva Orleans en los años previos a que el Huracán Katrina devastara la ciudad.
De manera que, ¿estaría la gente dispuesta a pagar para evitar desastres futuros? Y de ser así, ¿cuánto? Esta es la interrogante abordada por Robert Pindyck, de la Sloan School of Management de MIT y Neng Wang, de la Universidad de Columbia, en su reciente ponencia, "The Economic and Policy Consequences of Catastrophes" (Las consecuencias políticas y económicas de las catástrofes). No es fácil calcular correctamente las probabilidades de un desastre. Algunos, tales como el aumento del nivel del mar o armamentos nucleares que se han trastornado, tienen pocos precedentes históricos sobre los que basar un estimado. De manera que Pindyck y Wang decidieron crear un modelo sobre lo que la gente piensa acerca de las probabilidades de que ocurra un desastre y qué tanto dinero estarían dispuestos a gastar para prevenirlo. En su modelo, el hipotético hogar tenía que decidir tanto la probabilidad de un potencial desastre como su magnitud, ya que un desastre con altas probabilidades y con consecuencias limitadas afectaría el comportamiento del gasto de manera diferente que si fuese un poco probable pero devastador suceso.
El modelo tiene la desventaja de ser, al igual que muchos modelos económicos, teórico. Pero tiene la ventaja de que no requiere que la gente tenga información completa sobre el futuro, y que se puede aplicar a cualquier tipo de desastre - no sólo al cambio climático, sino también a las epidemias de influenza o a la guerra generalizada. (El mismo Robert Pindyck está especialmente preocupado por la posibilidad de terrorismo nuclear.)
El modelo económico de "el cielo se está cayendo" no es realmente nuevo. Hace dos décadas un escrito de Thomas Reitz, en ese entonces en la Universidad de Iowa, señalaba que los propietarios de capitales, aun cuando actúan remisos ante el riesgo, exigen altas tasas de retorno en anticipación de una poco probable, pero severa, quiebra. Recientemente, Richard Posner, de la Universidad de Chicago, ha discutido ampliamente que los gobiernos debían gastar más en prevenir desastres que probablemente no ocurrirán, pero que serían devastadores si ocurriesen. El socio de blog (bitácora) de Posner, Gary Becker, un economista, en mayo estimó que el mundo estaba dispuesto a gastar cerca de US$200 mil millones, para evitar otra pandemia de influenza aun asumiendo que la probabilidad de que tal pandemia ocurriera era de sólo un 1% en los próximos 20 años.
El estudio de Pindyck y Wang aporta credibilidad a trabajos previos que plantean no sólo la probabilidad de que ocurra un riesgo, sino los daños que ocasionaría. En su modelo, aun cuando un consumidor hipotético estima que el riesgo de que ocurra un desastre es cercano a cero, sin embargo estima que la escala de una devastación potencial sería entre 26% y 32% del capital nacional, mucho más impactante que los efectos del Huracán Katrina e incluso que el tsunami del 2004. Para evitar tal desastre en su totalidad, o disminuir su impacto, los hogares del modelo estarían dispuestos a pagar un impuesto permanente al consumo de hasta 15%, dependiendo del tamaño de la disminución y la probabilidad de la catástrofe.
En teoría, entonces, los gobiernos podrían gastar mucho menos del 15% para minimizar el daño de las catástrofes sin sufrir riesgos (políticos). A pesar de que no se podría prevenir cada desastre potencial, los estudios ofrecen fundamentos lógicos para invertir el dinero en los asuntos más prioritarios: acumulación de vacunas contra la influenza, apuntalamiento en las riveras de infraestructura podrida, y, sí, prepararse también para niveles marinos más altos. Desafortunadamente, el cambio climático es sólo un área más donde la gente deja de actuar racionalmente al igual que lo hacen con los modelos económicos.
Entre 1996 y 2005, los daños anuales ocasionados por huracanes, fuegos y otras condiciones extremas del clima ya promedian más de US$50 mil millones. Sin embargo muy pocos gobiernos están deseosos de gastar siquiera una fracción de ese monto en mantenimiento preventivo
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De The Economist, traducido por Diario Libre y publicado bajo licencia. El artículo original en inglés puede ser encontrado en www.economist.com