Discuten el futuro ambiental del planeta. El clima ha variado de forma alarmante, cualquiera de más de 30 años puede confirmarlo.
Desde la caída de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y su influencia en la política internacional, se han creado nuevos espacios de protesta que si bien no cumplen el rol de incidencia internacional que representó el comunismo se ha intentado por todo medio ocupar ese espacio.
Ambientalistas, ecologistas, y todo tipo de protagonistas antagónicos se han disputado la plaza del medio ambiente a todo nivel. Algunos con conocimientos de causa y otros simplemente por convertirse en “escribidores” de la temática ambiental. Sin importar una realidad que los que sí han estudiado el asunto saben la gravedad a fondo.
Con el denominado Protocolo de Kyoto, en Japón, se inicia una nueva etapa de lucha entre diferentes grupos políticos que desean mantener posiciones acorde con sus intereses económicos, en algunos casos y en otros sostener un espacio de crítica a los emergentes sistemas económicos calificados como populistas por otros sectores de la vida internacional. No hay lugar para sostener una posición científica en estos espacios que arropan la opinión pública internacional. Los que han estudiado el asunto climático y demostrado con sus estudios, que dicho sea de paso llevan más de 50 años haciéndolo no tienen posición virtual en esta lucha ya que con simplemente pagar a apuntadores de teatro las posiciones científicas caen en un vacío inmenso en la contradicción internacional que sobre el cambio climático se coloca sobre la mesa del debate a conveniencia de actores.
Las posiciones expresadas en Kyoto fueron determinantes para la reducción de emisiones de os GEI (gases de Efectos de Invernaderos), que países altamente desarrollados usan para sostener sus sistemas económicos y su influencias internacionales en asuntos de políticas y de guerras. Esos países que en Japón trataron de imponer sus posiciones no lo lograron y se postergó para otro momento algún de tipo de decisión a cambio de los denominados grupo de los 7 o G7 se pusieran de acuerdo con otros países dependientes de su influencia económica para lograr sus estrategias políticas se impusieran en otros escenarios como ahora en Dinamarca.
La realidad se tornó inmanejable, pues la realidad internacional y sus cambios no fueron previstos como en otras ocasiones y no se pudo en Dinamarca imponer posiciones sobre el manejo y reducción de los gases de efectos de invernaderos y sobre todo el mercado de carbono, tan mencionado en nuestro medio como la gran panacea de nuestro futuro, cosa inviable en una isla de tan solo 48,000 kilómetros cuadrados y un espacio compartido con un promedio de capa vegetal de tan solo un 3%, amen de otras calamidades que todos conocemos.
Cuando se menciona que solo un ciudadano de cualquier país “desarrollado” es capaz de consumir un promedio superior al 95% de consumo de otro ciudadano ubicado en el mal llamado tercer mundo, la todos sabemos lo que significa para el establecimiento político el consumo de ese ciudadano “desarrollado” en cuanto a la economía de esos países en relación con otros emergentes y en vías de “industrialización”, cuando la realidad de dicha industrialización se basa en el papel denominado propiedad intelectual que desde hace años nos aplasta a todos por igual, incluso con productos clonados sacados con anuencias de países como el nuestro para la industria farmacéutica y otros tipos de industrias para ser vendido como denominación de orinen de ellos aun siendo la materia prima usada de origen diferente genéticamente.
Conocemos de muchos casos que esas patentes y esas denominaciones de origen no parten del solicitante de esa propiedad intelectual ya que fue robada a otra nación emergente y catalogada, después de clonarla, como de otra nación. En muchos casos robadas por los grupos llamados de ayuda al desarrollo de esos países llamados del tercer mundo.
Cuando en su escrito el ex primer ministro cubano calificó el dato de que “solamente 30 países de la Unión Europea consumen el 80% del combustible que se produce” nos vamos dando cuenta el porqué tantos ciudadanos emigran dejando sus tierras a esos países. Pero por demás debemos volver a citar al antiguo ministro cuando cita algo conocido por todo estudioso de las ciencias ambientales que “estados unidos con menos del 5% de la población mundial emite el 25% del dióxido de carbono mundial.” Para dejarnos clara una idea de la lucha que se sostiene por debajo de la mesa de Dinamarca los datos aunque peligrosos son también dignos de mención pues la lucha sobre ecologismo, ambientalismo y capitalismo cae de por sí en una lucha que debemos plantear por su nombre y es “sobrevivencia humana”.
Cuando se habla del fracaso inducido de la reunión de Dinamarca, en la cual nuestro país estuvo representado, se debe mencionar que la forma en que aplastaron los movimientos de protesta en contra de la situación sostenida por debajo de la mesa y con desconocimientos de los participantes en la misma, entre ellos nosotros como nación, deja mucho que desear sobre el futuro ambiental de la humanidad y del planeta en momentos en los cuales nuestro clima ha variado de forma alarmante y demostrable fácilmente por quienes durante más de 30 años hemos visitado las llamadas zonas húmedas de la isla y observado, previas mediciones durante ese lapsus de tiempo, como el clima especialmente temperaturas y desertificación se ha hecho cargo de miles de tareas de tierra ante la vista de todos los que hacen visita de turismo de aventura a esos lugares. Oportunamente se publicarán esos datos que están siendo ratificados por organismos internacionales desde hace más de cinco años.
Si bien el fracaso de Dinamarca no sorprende a nadie, de la misma forma los países firmantes del protocolo de Kyoto deben reclamar el cumplimiento de ese acuerdo como base para una futura reacción mundial claramente visible en los escenarios de incidencia internacional. La ONU por ejemplo debe jugar su papel o retirar desde ahora de este escenario manejado de forma burda y soez.
*El Autor es PHD en Análisis y Gestión de Ecosistemas y Estudios Ambientales.