Tuesday, January 12, 2010

LA UTOPíA DE LA PAZ SOCIAL:

De César Espinosa Martínez

A veces me pregunto: ¿qué es la libertad? ¿Acaso nazco predeterminado, tutelado, ligado a un esquema preimpuesto por las fuerzas invisibles de un sistema no escogido por mí pero que se me impone? ¿Es la libertad la propensión natural del homo sapiens a hacer lo que le plazca? ¿O existe, al menos, alguna especie de "compromiso social" que me obligue a negociar con el conglomerado el espacio que me corresponde en el tránsito fugaz de esto que llamamos "vida"? Juárez, el padre de la patria mexicana afirmaba que "el respeto al derecho ajeno es la paz". Y es precisamente esta paz el más importante fruto de esta singular relación social y contractual.

Soy un defensor a ultranza de la libertad individual ligada, por compromiso social, a la comunidad en que la que vivimos. J. J. Rousseau decía que el hombre nace esencialmente libre y que para sobrevivir hace un pacto con la sociedad cediendo su natural libertad de "hacer lo que le venga en ganas". Por esto este gran pensador francés esbozó la tesis del "Contrato Social".

Los sistemas políticos están en el deber (aspecto moral de la política) de proteger, mantener y desarrollar este convenio para la felicidad del hombre, en tanto que ente social. De rendir cuentas. De comportarse como "bonus pater familias". En ese tenor creo que los individuos que dirijan la "cosa pública" (la "res pública" de Platón) deben ser los más idóneos. Los más decentes. Los más respetuosos. Los más justos y los más equilibrados. El "tigueraje" politiquero, a mi entender, no cabe en estos esquemas morales y sociales. Pero lamentablemente esta no es la realidad. Por vía de consecuencia no creo en tiranías de ningún color político en donde un "predestinado" o un grupo se crean por encima del bien y del mal.

Creo, más bien, en el compromiso social. En la decencia política. En el "laissez faire" organizado. En el derecho a vivir nuestras vidas sin el tutelaje ideológico de personas como nosotros, con los mismos derechos y deberes que nosotros, que nacieron como nosotros y que... morirán como nosotros. Por esto el derecho de elegir y de ser elegido no puede ser, en modo alguno, conculcado. Por supuesto, no podemos sentarnos en la acera del frente a esperar que se le ocurra a alguien proteger lo que nos pertenece.

Nace ahí el concepto de sacrificarse para proteger lo nuestro. El derecho a la paz que como el aire es necesaria para respirar espiritualmente. Sólo en este esquema parecería ser "justa" cualquier guerra tendiente a conseguir la paz social (no la antigua "pax romana" ni la moderna "pax americana). Decía Cicerón: "Prefiero la paz más injusta a la más justa de las guerras." Se trata de garantizar el "contrato social" por el cual hemos cedido los derechos que nos corresponden de "hacer lo que nos venga en ganas", para reclamarle al que tiene el deber de protegernos contraído en el "pacto social". Ghandi, con el arma poderosa de la "desobediencia civil", derrotó al imperio inglés sin disparar un solo tiro. ¿Sigue siendo posible la utopía?