Lo primero que muere con la guerra es la verdad. La política es combate por el favor popular. Así que con ella también muere la verdad. La diferencia entre un político y un estadista es que el primero mata a la verdad por el triunfo; el segundo, preferirá la verdad a cualquier victoria. La razón de la diferencia: el éxito del político es ganar las próximas elecciones; el del estadista, un espacio en la historia. Aquí necesitamos menos políticos y más estadistas. Las crisis son el perfecto escenario para su surgimiento. El hombre veraz se impone; el mendaz, se indispone.
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